Continúa el boom de los ‘teléfonos tontos’ con cada vez más personas hartas de pantallas
Hay quienes rechazan la infinitud en la palma de la mano y deciden volver a una tecnología más simple, aunque esto conlleve pagar lo mismo que cuesta un teléfono smart con muchas más funciones.
La tendencia a comprar teléfonos tontos o ‘dumbphones’ para pasar menos tiempo enganchado al móvil sigue siendo positiva, como indican los resultados de varias startups que sacan provecho de esta ola de desconexión digital.
La autoconsciencia sobre la cantidad de horas al día que pasamos mirando el móvil y haciendo scroll infinito en redes sociales está llevando a muchos a buscar soluciones para reducir su tiempo de pantalla, incluso si tienen que pagar un precio por ello. Varias empresas relacionadas con el mundo de los ‘dumbphones‘ registran datos de venta positivos que parecen indicar que este nicho de mercado sigue todavía muy vivo.
Por ejemplo, la startup Dumbwireless fundada por una pareja en Estados Unidos, vendió el pasado mes más de 70.000 dólares en móviles y accesorios para reducir el tiempo de uso. Esto es 10 veces más de lo que vendieron el mismo mes de 2023. Paralelamente, la empresa Light, creadora del ‘Light Phone’, registró en 2023 el doble de demanda que en 2022, y lo que va de 2024 hace creer a la firma que el año cerrará repitiendo el mismo hito, según recoge la revista The New Yorker.
Curiosamente, parte de la demanda del Light Phone corresponde a iglesias, colegios y programas extraescolares. Esto va en línea con una preocupación cada vez mayor por la protección de los menores frente a contenidos inadecuados online.
También destaca el éxito de la firma Brick, lanzada al mercado en septiembre de 2023 por dos ingenieros. Brick es un accesorio físico para iPhone consistente en un bloque que, unido a una app en el dispositivo, permite bloquear aplicaciones que provocan distracciones de manera sencilla y rápida. El proyecto empezó utilizando una impresora 3D para crear el accesorio. Actualmente, utilizan 15 impresoras y envían productos por centenares cada día.
En su web, Brick destaca tres perfiles concretos que pueden estar interesados en un producto como este: los estudiantes que necesitan concentrarse en exámenes o tareas, las personas preocupadas por el bienestar que quieren pasar menos tiempo con el móvil, o las personas que hacen actividades al aire libre y solo quieren usar las herramientas del móvil que les sirven para explorar, como pueden ser la cámara o apps de localización, rutas y senderos.
Además, en las tiendas de apps es posible encontrar aplicaciones como «Unpluq«, que imponen límites y controles en el tiempo de pantalla. En la Play Store cuenta con más de 50 mil descargas. También en la tienda de Google se encuentra la app «StayFree – Uso del teléfono», con más de 10 millones de descargas.
En cuanto a los iPhone, un cambio reciente de política en Apple permite ahora a aplicaciones de terceros controlar la configuración de screen time, lo que facilita a este tipo de apps actuar sobre el teléfono. Tanto los móviles iPhone como los Android incluyen funciones nativas para limitar el uso del dispositivo, pero para muchos usuarios esto no es suficiente, cayendo fácilmente en la tentación de desactivarlas.
¿Una moda de ricos?
No obstante, si uno echa un ojo a la tienda online de Dumbwireless, la startup mencionada anteriormente, nota que los precios de los dispositivos son curiosamente elevados. Eso es bastante irónico ya que, precisamente, son teléfonos caracterizados por incluir muchas menos prestaciones que los móviles actuales, imitando la estética de esos viejos e indestructibles Nokia.
Esta empresa vende un Nokia 2780 por 90,95 euros, o un Punkt MP02 con teclado y diminuta pantalla por 352,95 euros. Los Light Phone, por otro lado, se venden por 300 dólares. Aprovechando ese gusto por la estética minimalista o retro y la apabullante adicción que sufren algunos, las empresas de este nicho probablemente lleven sus precios hacia arriba para captar a ese tipo de cliente que, por ejemplo, gasta 140 euros en una Polaroid. Igual que alguien con un problema de alcohol puede decidir pagar por una rehabilitación, hay quien paga felizmente por restringir a la fuerza su uso del teléfono.