Desde el año 2017 hemos hablado de las exolunas como uno de los grandes descubrimientos que se han realizado en el mundo de la astronomía. ¿Pero y si no fueran reales? Nuevos estudios comparten pruebas de cómo los responsables de esos supuestos descubrimientos no dieron en el clavo. La crisis está comenzando a notarse con el enfrentamiento de los científicos.
Los expertos y amantes de la astronomía en general han gozado con el concepto de las exolunas. Desde que se descubriera aparentemente la luna extrasolar del exoplaneta Kepler-1625b se ha hablado mucho de ello, debido a que es un punto de apoyo para el descubrimiento de nuevos lugares habitables. No obstante, no todo el mundo está convencido de su existencia.
Una exoluna podría ser la respuesta
La comunidad científica lleva buscando en el espacio dos elementos importantes que podrían marcar el cambio de la civilización tal y como la conocemos. Por un lado: vida inteligente en otras partes del universo. Por otro: zonas habitables donde la humanidad se pueda trasladar tal y como seguro que has oído en series de ciencia. Ambos descubrimientos se pensaba, desde los últimos años, que podrían estar vinculados con las exolunas.
Una exoluna, una luna que orbita un exoplaneta (un planeta que está fuera del Sistema Solar), abre una amplia serie de posibilidades a encontrar vida. Se cree que, por sus condiciones, sería el lugar ideal y, por ahora, se habían encontrado dos exolunas viables: las de Kepler-1625b y Kepler-1708b. Ahora un nuevo estudio dice que es improbable que estas exolunas existan. ¿En qué quedamos?
Científicos a la batalla
El nuevo estudio que ha sido publicado procede de Alemania, donde los astrónomos al frente han hecho sus propias investigaciones y cálculos y creen que los descubrimientos realizados en 2017 y 2022 son erróneos. Se apoyan no solo en el trabajo que han realizado, sino que toman de referencia también otros estudios publicados anteriormente. Porque lo cierto es que, como se pudo leer en un estudio de 2019, no son los primeros que aseguran que Kepler-1625b no tiene una exoluna.
No obstante, la publicación de este último estudio ha generado tanta molestia en el equipo responsable del descubrimiento de esas dos exolunas, que no han tardado en responder. El profesor David Kipping, líder del equipo que se encargó de iluminarnos los ojos a todos al hablar de las exolunas, menciona que ya están trabajando en una respuesta al trabajo publicado en Alemania. Ese manuscrito en el que están trabajando debería echar por tierra las afirmaciones que han puesto la existencia de las lunas extrasolares en el aire.
Lo que se critica sobre el descubrimiento inicial es que se realizó compartiendo los datos de una manera muy concreta y con mucho cuidado para que la teoría pudiera parecer real. El descubrimiento de las exolunas requiere el análisis de la luz de los planetas y de las estrellas. Afirman que hay modelos en los que basarse y datos que utilizar, pero que no llega a ser suficiente para poder detectar las exolunas tal y como se podría pensar que se había hecho anteriormente. Dicen algunos astrónomos que han realizado las mismas pruebas que el equipo de Kipping y que no pueden afirmar que haya nada que destaque como si fuera una exoluna.
No obstante, lo importante es aquello en lo que sí coinciden varios expertos. Dicen que con la cantidad de exoplanetas que hay y tomando de referencia la proporción de lunas-planetas del Sistema Solar, sería muy raro que no existiese ninguna exoluna. Están convencidos de que sí se trata de algo real, pero también de un tipo de elemento que todavía no ha sido descubierto de una manera oficial. Por lo tanto, que se encuentre y detecte la primera exoluna es solo cuestión de tiempo. Para llegar a ese punto va a ser necesario tener más datos y usar una tecnología que quizá requiera un paso adelante respecto a lo mucho que ya proporciona el Telescopio James Webb.
Es, por lo tanto, una asignatura pendiente. Y aunque quizá sea cierto que las exolunas de los planetas Kepler-1625b y Kepler-1708b no existan y sean solo fruto de la emoción del descubrimiento, tarde o temprano llegarán a encontrar una luna extrasolar real.