Cómo es el mantenimiento de un híbrido frente a uno de gasolina o diésel
El coche híbrido siempre se ha caracterizado por su funcionamiento frente al puro de gasolina o diésel, pero lo cierto es que su mantenimiento también dista bastante. Esto no es por otra razón que porque los tres vehículos, aunque sigan compartiendo motorización de combustión, presenta con el HEV una serie de características, como indica su motor eléctrico, que permite que sus piezas no sufran un desgaste tan amplio como sus primeras variantes.
El híbrido tiene sus particularidades
Desde principios de la década de 1990, la proliferación del diésel como combustible en el sector automotriz ha provocado que más de la mitad de los coches nuevos que se vendieran en España fueran equipados con motores diésel. Tras descubrir que los motores de combustión interna son particularmente contaminantes y perjudiciales para la salud, las alternativas a este combustible están cobrando cada vez más fuerza. Una de ellas es la combinación de un motor convencional, diésel o gasolina, en conjunto con otro propulsor eléctrico, con baterías incluidas en su sistema.
Es lo que se conoce como híbrido. De este modo, el coche utiliza o alterna ambas fuentes de energía para moverse de una forma más económica y sostenible sin perder las prestaciones de un vehículo tradicional. Es decir, a veces circula sólo en eléctrico y otras con una combinación eléctrica y de combustión. Aún con todo, y equipando un propulsor no electrificado, vemos que el mantenimiento de un híbrido es diferente.
En este sentido, los hay HEV, autorrecargables y con una autonomía muy limitada, y los enchufables. Los segundos cuentan con la ventaja poseer esta autonomía eléctrica de hasta 59 km, lo que permite a la gran mayoría de sus usuarios moverse a diario para sus desplazamientos urbanos y por el extrarradio con electricidad, en lugar de gasolina. Tienen también sus distancias con el puramente eléctrico.
Cómo es
El primer aspecto que tenemos que mencionar es que sí: un vehículo híbrido tiene un bajo coste de mantenimiento. Probablemente sea una de sus señas más diferenciadoras a la hora de su compra. La razón de ello es porque el motor eléctrico que incorpora es prácticamente eterno y las baterías que incorpora suelen ser de por vida o, según el uso del vehículo, pueden llegar a durar hasta los 500.000 km en un vehículo.
De todos modos, el hecho de que lleve dos motores no hace por elevarlo frente a uno de gasolina o diésel, ni mucho menos. De hecho, el sistema de estos automóviles no implica una conservación extra ni mayor. Es verdad que habrá revisarlo cuando le toque, preferiblemente ciñéndonos a los que nos señalen desde el fabricante.
Esto será, por ejemplo, realizando el cambio de aceite y filtros a los kilómetros recomendados, pero no más a menudo ni con revisiones más costosas. Las piezas que deben tenerse en cuenta a la hora de realizar la revisión de un vehículo de gasolina son el cambio de aceite, el filtro de aceite, el filtro de aire, las bujías y el filtro de habitáculo. Respecto a los cambios de aceite y filtro dependen de las indicaciones de cada fabricante tanto en tiempo, como en kilómetros.
Las diferencias ante el gasolina o diésel
Como hemos estado observando todos estos años, el mantenimiento de un coche de gasolina es inferior al de un coche diésel, que tiene elementos muy concretos y que pueden resultar muy caros de reparar o sustituir. En el caso de los híbridos, al utilizar las capacidades del sistema eléctrico de tracción, puede reducir el desgaste de las piezas mecánicas, lo que puede resultar en un ahorro.
Al mismo tiempo, hay otros sistemas que son bastante pronunciados en ambos casos. Uno de ellos tiene que ver con la batería. Si lo miramos desde el coche híbrido, la de 12V, hay que cambiarla cada cuatro años, mientras que en las versiones gasolina o diésel no es un componente con una vida prestablecida.
Luego se encuentra el cambio de la correa de accesorios, que aquí se acorta de los 120.000 a los 90.000 km o 6 años. El resto de componentes tienen programadas intervenciones muy similares y no hay un mantenimiento marcado para el sistema de propulsión eléctrico. El diésel sí agenda, aunque a muy largo plazo, intervenciones más complejas, como pueden ser la sustitución de la correa de la distribución o el control del filtro de partículas. En el caso de que nuestro híbrido sea un enchufable, es muy posible que este cuente con el cambio automático donde, el embargue SSC sustituye al convertidor de par de los motores térmicos con la caja de cambios de 8 velocidades.