El acto de conducir puede distar de una simple necesidad de transporte para algunos a una actividad placentera para otros. Como decía aquel eslogan de BMW, “¿Te gusta conducir?”. Si la respuesta es no, puede ser un indicador de amaxofobia, pero evidentemente hay mucho más atrás de este miedo a la conducción.
No disfrutar de la conducción no tiene por qué derivar en una amaxofobia, así que vamos a ver más detenidamente cómo identificarla.
Miedo a conducir
Hay conductores que no disfrutan para nada de ponerse al volante. Pueden sufrir ansiedad o incluso ataques de pánico cuando se ponen al volante e incluso (y esto puede llegar a ser muy limitante) cuando simplemente piensan en que lo van a tener que hacer.
Estos comportamientos entran dentro de lo que se llama amaxofobia, mucho más comprensible si nos referimos a ello como miedo a conducir. Según los psicólogos, existen tres componentes que ayudan a definir esta fobia:
- Componente cognitivo: Este componente se refiere a los pensamientos negativos, catastróficos y extremos relacionados con sufrir un accidente, experimentar ansiedad, perder el control del vehículo o sufrir un ataque de pánico mientras se conduce. En definitiva, tiene miedo a morir y/o provocar la muerte a otros.
- Componente fisiológico: El componente fisiológico o emocional de la amaxofobia se refiere a las respuestas físicas del cuerpo que la persona experimenta con la ansiedad y la inseguridad. Como, por ejemplo; tensión muscular, rigidez, aumento del ritmo cardíaco, sudoración, náuseas, diarrea, mareo, sensación de flojedad en brazos o piernas, visión borrosa.
- Componente conductual: El componente conductual, se refiere a los comportamientos evitativos que pueden desarrollar las personas con amaxofobia, por ejemplo; la persona evita conducir o conduce sólo si se dan algunas circunstancias específicas: conducir acompañada, conducir sólo por determinadas vías, conducir muy despacio, hablando por teléfono, etc.
¿Se puede diagnosticar la amaxofobia?
Efectivamente, atendiendo a los diversos factores que influyen en el desarrollo de esta fobia, podemos encontrar patrones que nos hagan ver si alguien puede sufrirla. Evidentemente, lo primero es la valoración general de la experiencia que se siente al volante. Si el conductor no identifica problemas a la hora de ponerse al volante por mucho que tampoco sea su pasión, estaría lejos de tener esta fobia.
Tampoco hay que confundirse con ciertas inseguridades a la hora de conducir. No hay que confundirla con ciertos miedos puntuales que tienen algunos conductores a la hora de enfrentarse a distintas situaciones, como conducir por el centro de una gran ciudad, de noche, con lluvia u otras condiciones climatológicas adversas, etc.
Puedes realizar ciertos tests psicológicos disponibles de forma online. Estos evaluarán tus respuestas a preguntas como las siguientes:
- ¿Me pongo nervioso/a si sé que he de conducir?
- Si puedo elegir, ¿prefiero que conduzca otra persona?
- ¿La conducción me relaja?
- ¿Creo que tengo habilidad para conducir?
- ¿Si pienso en conducir me produce tensión muscular o malestar?
- ¿Me da miedo pensar que cuando conduzca pueda provocar un accidente?
- ¿Si llevo pasajeros me obsesiona el hecho de que opinen que mi conducción es insegura?
- ¿Ir a cierta velocidad me produce sensación de miedo o vértigo?
- ¿La obtención del permiso de conducir es o fue más por obligación que por gusto?
- ¿Soy torpe conduciendo?
- ¿Creo que el resto de conductores opinarán de mí que soy un estorbo?
- ¿Conducir me produce inseguridad?
- ¿Pienso que, aunque yo sea prudente los demás colisionarán conmigo?
- ¿Creo que cuando tenga que conducir me generará un estado de nervios?
- ¿Creo que cuando conduzca, tendré que parar muy a menudo para poder tranquilizarme?
Dependiendo del grado de afectación de estas ideas o comportamiento, se puede trazar una puntuación que determina si sufres o no amaxofobia. Más allá de estos tests online que te pueden servir de guía, lo suyo es que visites a un especialista en psicología para que pueda hacer un diagnóstico preciso, así como ayudarte a enfrentarte a ello y quizás superarlo.