Las etiquetas ambientales de la DGT necesitan un cambio urgente: este sistema podría ser la solución

En España hay un problema con las etiquetas ambientales de la DGT. Durante un tiempo, cuando no eran prácticamente nada más que una decoración en el parabrisas del coche, no había problema. Sin embargo, a medida que crecen las restricciones de acceso a las llamadas Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), se demanda más y más un sistema que tenga en cuenta las emisiones reales y no los años y motores.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha sido la última en sumarse a las iniciativas ciudadanas por unas etiquetas medioambientales más justas.
Problemas en España con las etiquetas de la DGT
En la actualidad hay en España más de 25 millones de vehículos para una población de más de 48 millones de habitantes. El número de coches en circulación aumenta, pero también lo hace la edad media del parque de automóviles, por lo que esto supone un desafío adicional para conseguir cumplir con los objetivos medioambientales a la par que no se mira hacia otro lado con los coches viejos.
Si bien todos estamos de acuerdo en que hay que reducir emisiones, la propia etiqueta de la DGT presenta deficiencias en su sistema de clasificación, puesto que no tiene en cuenta tanto las emisiones reales de los vehículos sino el tipo de motorización.
La propuesta de OCU para adaptar el sistema de etiquetas propone que estas se centren más en emisiones reales y efectivas del vehículo más que en la tecnología del motor. Con los datos brutos en mano, hay vehículos nuevos diésel o gasolina de poca potencia que contaminan menos que ciertos modelos híbridos enchufables y de hibridación ligera (mild hybrid) de gran cilindrada que por sus emisiones reales deberían tener una etiqueta menos ecológica que la actual (que es la azul de 0 emisiones).
De esta forma, se solicita por ejemplo aplicar los criterios de Green NCAP, que tiene en cuenta el índice de sostenibilidad según varios factores:
- Eficiencia energética: cuánta energía usa el motor del automóvil y cuánta pierde. En ello influye el diseño del coche, los neumáticos y, sobre todo, el peso del vehículo.
- Contaminación: se miden los hidrocarburos no quemados, los óxidos de nitrógeno (NOx), amoníaco, monóxido de carbono (CO) y las partículas.
- Gases de efecto invernadero: se mide la emisión de dióxido de carbono (CO2), óxido nitroso y metano desde su fabricación hasta su reciclaje.
Los híbridos pueden contaminar más
El problema es que estas etiquetas premian demasiado a los híbridos. Un ejemplo muy claro lo pone la propia OCU: dos coches con etiqueta ECO, el Audi RS Q8 mild hybrid, y otro con etiqueta Cero Emisiones, el Jeep Wrangler 4×3, un híbrido enchufable, muestran un consumo más elevado que por ejemplo un Seat Arona de gasolina o un Audi Q3 diésel.
Teniendo en cuenta que esos modelos son los más vendidos de gasolina y diésel en España, el Audi emite más del doble de CO2 que los dos modelos sin etiquetas ecológicas, que tienen únicamente etiqueta C. Las del Jeep también son mayores que las de los dos coches de gasolina y diésel más vendidos en España, como se puede apreciar en el gráfico.
Visto lo visto, hoy por hoy la única forma de asegurarte de tener un coche sostenible es comprar un vehículo 100% eléctrico. Este es el único que podemos considerar no contaminante al menos en su circulación, porque en su fabricación también hay lagunas.