Google intenta contratar a tres personas que hackearon Gmail

Google intenta contratar a tres personas que hackearon Gmail

Javier Sanz

Nos cuenta el diario británico «The Independent» la historia de Jon Barker, Elias Torres y Mark Lyon, los cuales han sido entrevistados por Google tras haber «hackeado» Gmail. Además de conseguir varios cientos de libras esterlinas gracias a las donaciones voluntarias de los miles de usuarios que se han descargado su herramienta, Barker también recibió un email del vicepresidente de Google. Se esperaba una demanda judicial por parte de la compañía, pero recibió en cambio felicitaciones por su trabajo. Incluso, al de unas semanas, le llegó otro correo preguntándole si estaba buscando trabajo.

Barker fue el autor -os lo contábamos en junio- de un pequeño programa llamado «Pop Goes the GMail» que permitía utilizar clientes de correo POP3 -tipo MS Outlook o Eudora- con este servicio de email de Google.

La historia de Elias Torres es parecida. Este nicaragüense afincado en EEUU estaba cansado de introducir su nombre y contraseña en la página inicial de Gmail cada vez que quería comprobar su correo. Así que diseñó GTray, un icono que notifica cuando nos llega un nuevo email, y su blog recibió miles de visitas diarias para descargarse la aplicación. Y también recibió una dura llamada telefónica de Google. Pero no porque quisieran demandarle, sino porque la conversación consistió en una entrevista de trabajo compuesta por una serie de duras preguntas teóricas.

Mark Lyon es el autor de «GMail Loader», una utilidad que importa los ficheros «Mbox» o «Maildir» desde otra cuenta de correo y los inserta en Gmail. Dio a conocer su herramienta en Slashdot, y al de pocos días tenía su cuenta de correo con decenas de mensajes de empresas interesadas en su Currículum.

De todos ellos, la única oferta que podía cambiar su sueño de ser abogado era la de Google. Realizó varias entrevistas telefónicas, e incluso visitó la sede central de la compañía en California. Lyon afirma que el ambiente que se respiraba -la víspera de salir a Bolsa en agosto- en las instalaciones era como el de un campus universitario. «La gente estaba fuera jugando a volleyball, y todo el mundo con el que me encontraba -incluso aquellos que no me entrevistaban- se paraban a charlar conmigo, e incluso me preguntaban mi opinión sobre sus proyectos», asegura.

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