Menos de dos meses quedan ya para que Microsoft ponga punto y final al soporte para Windows XP. La decisión que no tiene vuelta atrás afectará a muchos usuarios, por esta razón os traemos una serie de consejos para actualizar el sistema operativo a Windows 7 o Windows 8.
El próximo mes de abril, el 28% de los PCs de todo el mundo, dejarán de contar con soporte para un sistema que aún es el segundo más utilizado. A partir de esta fecha, el cambio será obligado, tarde o temprano habrá que actualizarse a Windows 7 o Windows 8 a la espera de la llegada en 2015 de Windows 9. A pesar de que existen alternativas para mantenerse protegido, lo más inteligente parece ser, siempre que no exista una causa de fuerza mayor, dar el salto que nos eviten problemas futuros.
La primera decisión deberá ser a qué versión actualizar. Windows 8, a pesar de ser la más reciente ha acumulado críticas desde su lanzamiento, muchos usuarios creen que la nueva interfaz no supone una mejora, sino todo lo contrario. Por otra parte, existen también opiniones contrarias que apoyan la teoría de que Windows 8 mejora en fluidez y velocidad a su antecesor. Es una cuestión personal que debemos examinar con detenimiento en función del perfil de usuario que utilice el ordenador.
El siguiente paso debería ser un examen de los programas que actualmente utilizamos en XP para comprobar que funcionan correctamente en las versiones posteriores. Si por alguna razón, encuentras alguna herramienta que no es compatible tienes varias opciones. Investigar alternativas que cumplan con la misma función o en caso más extremo instalar una máquina virtual que nos permita seguir utilizando el programa en cuestión.
Otro factor a tener muy en cuenta es cerciorarse si es necesario o no la compra de nuevos elementos de hardware que nos proporcionen un mejor soporte para el nuevo sistema. Eso sí, teniendo cuidado de realizar la compra adecuada, comprueba la compatibilidad de los componentes con el nuevo sistema. Muchos usuarios apuntan a que gracias a la actualización, equipos que no funcionaban correctamente con versiones antiguas de Windows, han mejorado notablemente su rendimiento, por lo tanto, no se trata de comprar por comprar.
Llegado el momento de dar el salto, debemos asegurarnos antes de llevar a cabo la actualización de tener copias de seguridad de todos los datos que consideremos necesarios. Asegúrate de recordar o dejar apuntadas las diferentes contraseñas que tenías guardadas por defecto en el equipo y que posiblemente ya no recuerdes, aunque parece obvio, puede ahorrarte quebraderos de cabeza. Si tu ordenador es de uso compartido, encárgate de poner en conocimiento del proceso al resto de usuarios, para que puedan acostumbrarse al cambio, principalmente si la plataforma elegida es Windows 8. Por último, intenta completar el proceso en un momento del día en el que no necesites utilizar el PC, ya que puede tardar varias horas y un error o interrupción no conlleva nada positivo.