La llegada de Windows 8 es vista como el primer paso de Microsoft en busca de retomar éxitos pasados. Se trata de una arriesgada apuesta de la que muchos dudan. ¿Servirá el nuevo sistema operativo para que la compañía haga frente a dos gigantes en pleno auge como Apple y Google?
Apenas lleva unos días en el mercado y la respuesta del público ante Windows 8 es toda una incógnita. La nueva plataforma supone un arriesgado movimiento de Microsoft ante lo ambicioso de su plan, que pasa por impulsar el mercado del PC a la par que supone su incursión en el mercado de los dispositivos táctiles en plena expansión como son las tabletas.
Para este complicado objetivo la compañía de Redmond ha apostado por un cambio radical frente a versiones anteriores. Incluso admite haber dado el golpe de timón a su plataforma más grande desde la aparición de Windows 95. Sin embargo, algunos analistas dudan del éxito abrumador en el que el gigante norteamericano confía. «Los consumidores que van a la tienda para comprar un PC quedarán sorprendidos y posiblemente desorientados por lo que descubrirán», explicaba recientemente Michael Silver, analista de Gartner, quien recoge en su opinión las críticas de muchos usuarios a la interfaz táctil (Modern UI, anteriormente conocida como Metro) en su adaptación a los equipos no táctiles.
Si bien muchos usuarios darán el salto por inercia o por comprar un nuevo equipo con Windows 8 como única opción, la acogida en el mercado empresarial, donde Microsoft cuenta con una amplia cuota de mercado, parece complicada. «Los cambios drásticos en Windows 8 nos llevan a predecir que la mayoría de empresas y organizaciones serán reacias a utilizarlo, especialmente para quienes no tienen el hardware que aprovecha la pantalla táctil», prevé Silver. De hecho, los primeros números no son demasiado halagüeños para la compañía, puesto que en EEUU solo un tercio de las empresas han mostrado su interés en la plataforma.
Otro analista como el caso de Frank Gillett, de Forrester Research, cree que el éxito para Microsoft con W8 no llegará de forma inmediata. «La adopción del sistema será lenta. Microsoft está haciendo cambios apropiados y significativos a Windows, pero será un reto para los consumidores poder acogerlos de todo corazón, por lo que será un año difícil para Windows 8«, señala. Hasta 2014 no se espera que las ventas de Windows 7 decaigan por la llegada de su sucesor.
Habrá que ver cómo aguanta Microsoft los pronosticados bajos niveles de ventas de su plataforma en este primer año. Gillet considera que «al final, Windows 8 se venderá pero no va a arrasar«, por lo que el devenir de la compañía en el mercado del software sigue siendo una incógnita. El reto de plantar cara dentro del segmento de los tablets con el poderío del iPad y la incipiente oferta de dispositivos Android se antoja como una misión muy difícil. No obstante, Microsoft la ha aceptado con una apuesta arriesgada que marcará sin duda una nueva etapa de una firma cuyo valor en la Bolsa es menos de la mitad que en 2000. ¿Volverá a la senda del crecimiento de la mano de Windows 8?