Polémica sentencia en Italia, donde el Tribunal Supremo ha considerado que «el uso prolongado del teléfono móvil» ha sido el causante del tumor cerebral de un exdirectivo a pesar de no apoyarse en ninguna base científica.
Regresa la polémica en torno al supuesto daño que provocan las radiaciones de los teléfonos móviles. El debate ha estado abierto durante años y por ahora no se ha demostrado científicamente que las ondas electromagnéticas de los teléfonos móviles perjudiquen la salud de los usuarios. «Los resultados de estas investigaciones epidemiológicas en los últimos 20 años son muy consistentes y tranquilizadores», señalaba uno de los los últimos informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, que aseguraron que «no hay evidencia concluyente o consistente de que la radiación no ionizante emitida por los teléfonos celulares esté asociada con un mayor riesgo de cáncer».
Sin embargo, de poco ha servido al Tribunal Supremo italiano en el caso de Innocente Marcolini, de 60 años que fue directivo de una importante empresa en la región de Brescia y durante una década estuvo hablando por el teléfono móvil alrededor de 6 horas al día. En 2002 una resonancia magnética certificó que padecía un tumor cerebral próximo a la oreja que utilizaba para hablar por el teléfono móvil (la izquierda, puesto que con la mano derecha tomaba apuntes).
El alto tribunal ha considerado el argumento de Marcolini, quien «quería dejar claro que el uso de los teléfonos móviles comporta un riesgo que la gente debe saber» y ha sentenciado que existió una relación directa entre el «uso desenfrenado» de su terminal y el tumor. De este modo, ha declarado que se trata de una enfermedad laboral y que debe recibir una indemnización económica.
La noticia es muy llamativa porque, repetimos, los numerosos estudios científicos que han tratado el tema no han encontrado evidencias de la relación entre las ondas que emiten los equipos móviles y el cáncer. Sin ir demasiado lejos, el pasado mes de septiembre era un Comité de expertos de Noruega el que confirmaba lo declarado por la OMS y negaba que hablar por el móvil provocase tumores cerebrales ni infertilidad masculina, otro de los perjuicios a los que se ha asociado en ocasiones el uso del móvil.
¿Hasta qué punto es legítimo que un tribunal sentencie como en este caso basándose en sus propias creencias e ignorando a la ciencia?