Tanto Intel como AMD han abierto una nueva lucha en los procesadores para entusiastas con los Intel Core i9 y Core X, y AMD Threadripper, con chips que empiezan alrededor de los 1.000 euros (menos el 1900X, que es básicamente un 1800X con 64 PCIe lanes). ¿Tiene sentido que un consumidor se gaste tal cantidad de dinero en un procesador? Vamos a analizarlo en detalle.
¿Tanto mejora un procesador de más de 1.000 euros con respecto de uno de 350 euros?
Ambas compañías han intentado ofrecer el mayor número posible de núcleos y prestaciones en sus procesadores, y prácticamente dejando de lado un factor muy importante: su precio es muy elevado, y por ello pocos consumidores van a tener interés en ellos.
Todo depende del uso que se haga del procesador. La amplia mayoría de usuarios los utiliza para jugar y consumir contenido, mientras que es una minoría de usuarios la que utiliza el ordenador para crear contenido. Y, aun así, estos usuarios pueden realizar estas mismas tareas con un procesador mucho más barato. Por ejemplo, con un procesador de 300 o 400 euros se puede editar un vídeo en 4K sin ningún problema, aunque el proceso de renderización tarde unos cuantos minutos más.
En las imágenes anteriores, podemos ver como una sencilla prueba como es renderizar un vídeo con Adobe Premiere Pro CC con resolución 4K a 60 fps, tarda algo más de dos minutos en procesadores que valen 1.000 euros, mientras que en un procesador que vale 300 euros como es el Ryzen 7 1700 tarda 3 minutos y medio.
En juegos sigue mereciendo la pena el Intel Core i7-7700K
En el caso de que seas una empresa o un autónomo para quien el tiempo es oro, es probable que sí te plantees la compra de uno de estos chips, pero si eres un particular al cual no le importa que una tarea tarde un par de minutos más en realizarse, probablemente ni te plantees su compra.
En juegos, sigue siendo mucho mejor hacerse con un i7-7700K, con un precio muchísimo más bajo y un rendimiento muy parecido, mereciendo más la pena echar ese dinero extra en una tarjeta gráfica que en un procesador más caro. El principal problema es que Intel y AMD han orientado sus nuevos procesadores a los gamers, cuando realmente su público ideal son los trabajadores profesionales a los que sí les importan las mejoras de rendimiento que los nuevos chips ofrecen, sobre todo si realizan tareas que dependen mucho de la potencia del procesador.
La diferencia de precio entre elegir una placa base Z270 y un i7-7700K, y una placa X299 y un procesador Intel Core i9 como puede ser el i9-7900X es de prácticamente el triple. El primer dúo puede costar unos 460 euros, mientras que la segunda cuesta 1400 euros. Con lo que nos estamos ahorrando comprando la primera, podemos incluso permitirnos cambiar de placa y procesador cada menos años.
Los últimos procesadores cuyas especificaciones se han finalizado han sido los Intel Core i9-7920X, Intel Core i9-7940X, Intel Core i9-7960X e Intel Core i9-7980XE Extreme Edition. La propia Intel ni siquiera sabía si iba a poder fabricarlos. Por sus características, estamos ante chips que probablemente sólo interesen a quienes se hacían con procesadores Intel Xeon en la actualidad. Lo que sí estará muy interesante será el mercado de segunda mano durante los próximos años, ya que no sería una locura encontrar un 7900X por 300 euros dentro de tres años, aunque para entonces ya habrá un procesador equivalente en rendimiento y por ese precio (un supuesto i7-10770K).