Las profundidades del océano esconden, según muchos expertos, más secretos que los confines de la galaxia. Y si bien no parece que le prestemos mucha atención a lo que hay en el agua, a menudo se realizan grandes descubrimientos. Recientemente, un equipo de robots autónomos ha sorprendido a sus responsables al descubrir un gran barco que se hundió hace la friolera de 78 años.
Con motivo de la celebración del Día de los Caídos en Estados Unidos, se ha desvelado este importante descubrimiento que toca muy de cerca a los ciudadanos del país. Porque el barco que han encontrado los robots es un destructor que fue hundido en la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, había permanecido perdido como muchos otros barcos que se hundieron en el conflicto. Ahora la tecnología lo ha recuperado.
Robots de última generación
Muchas veces se habla de robots que podrían quitar puestos de trabajo en tareas cotidianas, pero donde atención hay que poner, al hablar de robótica, es en otro frente distinto. Porque esta tecnología es capaz de llevar a cabo trabajos que, para las personas, prácticamente serían imposibles. En este caso, se han utilizado robots autónomos sumergibles que pueden explorar las profundidades y proporcionar imágenes e información acerca de la localización exacta de los restos hundidos que se están buscando.
Estos robots pueden actuar en condiciones extremadamente complejas, cuando la inmersión de las personas, incluso con el equipamiento necesario, resultaría muy poco exitosa. Los robots que han utilizado en la expedición, liderada por Tim Taylor y Christine Dennison, son de producción propia y llevan utilizándolos durante años en todo tipo de misiones de exploración del océano. La tecnología ha ido mejorando con el paso de los años hasta que, como ellos mismos han reconocido, es capaz de proporcionarles unos resultados que, en otra época, habrían sido impensables para un equipo tan pequeño como el suyo.
El barco descubierto
Se trata del USS Mannert L. Abele, uno de los destructores que fue hundido por el ejército japonés en el terrible conflicto que supuso la Segunda Guerra Mundial. El final de esta embarcación se produjo el día 12 de abril de 1945 en la batalla de Okinawa, en la cual los japoneses ya estaban utilizando su estrategia kamikaze. Tal y como ha demostrado el análisis realizado del barco, varios aviones japoneses impactaron contra el barco hasta que uno de ellos impactó directamente contra el casco, lo que derivó en su hundimiento. Había 84 personas dentro del destructor cuyas familias estaban esperando que, antes o después, se encontraran los restos del barco.
Pero no ha sido fácil. Uno de los problemas que menciona el equipo de Ocean Outreach, el cual colabora con Taylor y Dennison, ha sido la difícil posición en la que se produjo el hundimiento. En el Océano Pacífico, hundido a más de 1.370 metros de profundidad y con una distancia extremadamente extensa respecto al primer punto de costa, la situación del barco peligraba. Además, se trata de un lugar que tiene mucha actividad volcánica y todo eso, a lo largo de las décadas, ha provocado un movimiento que ha hecho todavía más complejo encontrar los restos de la embarcación.
Cuando los robots les dieron los primeros detalles sobre la ubicación del destructor, el equipo al frente del proyecto se puso rápidamente en contacto con las autoridades marinas de Estados Unidos para que les dieran permiso a la hora de hacer la recuperación. El tiempo estaba empeorando y sabían que estaban trabajando a contrarreloj. Pero al final, con la ayuda de los robots y de las manos de los expertos que estaban en la tripulación, se llevó el proyecto a buen puerto.
Ahora las familias podrán descansar un poco más tranquilas al haberse recuperado el barco y cerrarse el archivo del hundimiento del Abele. Pero todavía hay muchos otros barcos hundidos, no solo los que desaparecieron fruto de un conflicto bélico, por lo que estos robots autónomos seguirán explorando los océanos. Dicen sus creadores que ellos no son cazadores de tesoros, sino que quieren ayudar a que se haga justicia con quienes perdieron la vida en el mar.