La industria desoyó las ofertas de negocio con P2P

La industria desoyó las ofertas de negocio con P2P

Javier Sanz

Sólo la multinacional Sony Warner se mostró dispuesta a entablar negociaciones con el ya afamado programador Pablo Soto para crear una plataforma de intercambio de archivos con importantes beneficios. Sin embargo, las negociaciones se rompieron ante la falta de voluntad por parte de la compañía.

¿Y si todo se pudiera haber evitado? Nos referimos a la encarnizada guerra entre las grandes multinacionales y las webs de intercambio de archivos. Una guerra que ha vivido recientemente un nuevo episodio que se puede considerar como un hito: la absolución a Pablo Soto, programador madrileño responsable de varios servicios P2P, del delito de violación contra la propiedad intelectual, como argumentaban sus demandantes, entre las que se encontraban firmas como Warner, Universal, IBM o Sony. Guerra en las que se enfrentan dos modelos de entender la industria de la música: la opción de aprovechar al máximo las nuevas tecnologías frente al deseo de mantener los medios tradicionales que tanto beneficio reportaron en su momento, a pesar de su acentuada crisis. Posturas que están representadas, a groso modo, por la mayoría de los usuarios frente a las grandes discográficas, y que parecen no acercarse a pesar de que están condenados a entenderse.

Pero no siempre hubo una línea de separación tan marcada. Precisamente dos de los protagonistas del famoso juicio, Pablo Soto y la compañía Sony Music, estuvieron a punto de llegar a un acuerdo para crear una plataforma P2P. La discográfica mostró entonces un cierto interés por un abrirse a un sistema que ya entonces daba muestras de ser el futuro de la música, aunque no tanto como ahora.

Fue en 2003 cuando Soto y Andrew Lack, presidente entonces de la compañía, se reunieron para debatir la fórmula del nuevo negocio P2P: Blubster, una plataforma por la cual se ofrecería música gratuita, pero de escasa calidad, a todos los usuarios, mientras albergaba, de manera paralela, una sección de pago, destinada a ofrecer canciones de alta calidad a precios más económicos que en formato físico. Esta primera reunión fue fructífera y se acordó una nueva para cerrar algunos flecos; uno de ellos fue el que lo echó todo a perder: la elaboración de una lista de todas las canciones sujetas a discográficas y otra con las canciones “libres”. Ninguno de las dos partes se mostró capaz de ello y las negociaciones se rompieron.

A partir de entonces, tanto Sony como otras compañías que en algún momento estuvieron abiertas a acercarse a la tecnología P2P, no sólo se mantuvieron alejadas, sino que iniciaron la campaña que actualmente conocemos contra unas plataformas que, si hubiesen puesto algo más de interés, serían ahora la gran base de sus negocios. Sin embargo, desde entonces, la industria de la música parece no querer ni oír hablar del P2P a pesar, como hemos comentado, de que puede ofrecerles importantes beneficios, y con los que poder iniciar la transición del modelo de negocios que se antoja imprescindible si quieren seguir dominando el sector.

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