En los últimos meses, el uso de los gadgets denominados como wearables se está convirtiendo en algo cada vez más habitual para muchos de nosotros, ya sea en forma de relojes inteligentes, pulseras de rendimiento, gafas de realidad aumentada, etc.
La privacidad a la hora de utilizar dispositivos móviles tan comunes a día de hoy como son los smartphones o las tablets, es uno de los aspectos que más preocupa a los usuarios. Algo muy similar ocurre cuando nos referimos a PCs u ordenadores portátiles, donde ponemos un especial cuidado para evitar que terceros puedan acceder a nuestros datos o interceptar todo aquello que transferimos a través de la Red. Sin embargo, quizá por ser una «novedad», parece que este es un apartado que de momento no se está teniendo demasiado en cuenta en los wearables.
Sin embargo ya hay empresas y expertos en seguridad que están centrando sus miradas en estos aparatos, ya que están detectando los peligros que los usos erróneos de los mismos podrían acarrear a los usuarios. Para empezar hablaremos de uno de los usos más comunes que le damos a este tipo de productos, y es aquel relacionado con la forma física y la salud. Tanto las pulseras como los relojes inteligentes integran una serie de herramientas encargadas de medir los pasos que damos, las calorías que quemamos, distancia recorrida, situación exacta en la que nos encontramos, etc. Pues bien, esos datos generalmente son compartidos en redes sociales u otras vías a través de Internet, por lo que cualquiera puede saber dónde vives, cuándo sueles salir de casa, el tiempo que habitualmente estás fuera, etc. Quizá esos son datos de los que en principio no te gustaría que cualquiera tuviese conocimiento.
Otro de los peligros estriba en la facilidad con la que podemos perder uno de estos gadgets, por lo que almacenar información privada en los mismos podría tener sus peligros, por lo tanto, al igual que sucede con otros dispositivos móviles, estos deberían estar protegidos mediante contraseñas. Esto es algo más peligroso aún si el wearable ya lo utilizamos como método de pago, algo cada vez más utilizado y extendido.
De hecho recientemente se ha llevado a cabo un estudio en la Universidad Técnica de Copenhague con el que se ha demostrado lo relativamente sencillo que lo van a tener los hackers a la hora de averiguar todo aquello que sea «teclado» en un smartwatch, todo ello basado en los movimientos que hacemos al escribir sobre estos aparatos. El estudio de momento ha logrado obtener un 73% de aciertos en las pruebas realizadas.
Por lo tanto, al igual que cuidamos nuestra seguridad y privacidad, ya no solo en otros dispositivos electrónicos, sino también en algo tan habitual como teclear el código de nuestra tarjeta de crédito, por ejemplo, todo esto deberíamos extrapolarlo a los wearables a medida que su uso se vaya incrementando en funcionalidades.