El sector de la movilidad está ante uno de los momentos más relevantes de toda su historia. Los gobiernos y los propios ciudadanos son cada vez más conscientes y ya están en marcha para abandonar el uso de combustibles fósiles, ya que generan miles de millones de toneladas de CO2 que comienzan a afectar negativamente al planeta en el que vivimos. Ahí aparecen los coches eléctricos, como los híbridos, pero también los de hidrógeno, aunque estos son más difíciles de ver. ¿Por qué esto es así si son una buena opción de movilidad?
Los coches de hidrógeno, una alternativa real
Como con los coches eléctricos no basta, los vehículos de hidrógeno resultan fundamentales para «el cumplimiento de los objetivos de neutralidad climática». Las palabras son de la patronal de fabricantes Anfac, que propone desde hace tiempo apoyarse en ellos para descarbonizar la movilidad.
Su principal ventaja es que estos no contaminan, al igual que los modelos a pilas, pero ¿los coches de hidrógeno son una alternativa real? La respuesta es sí, y muy buena, además. Sin embargo, es bastante probable que de momento nos los veas ni en las carreteras ni en las calles, y eso es algo que se hace ver como algo de que todavía no están su máximo.
A pesar de este planteamiento, la oferta comercial en España se reduce, de momento, al Toyota Mirai y al Hyundai Nexo, dos de los vehículos más importantes de su clase. Algo que contrasta con sus ventajas y que nos lleva hasta los retos que deben superar los coches de hidrógeno para competir con los eléctricos en el futuro.
El eléctrico es más popular, pero no mejor
Para hacerlo fácil; el vehículo de hidrógeno utiliza la reacción química que se produce entre el hidrógeno y el oxígeno para generar electricidad. Ésta pasa a una batería y, posteriormente, un motor aprovecha esta electricidad almacenada para mover las ruedas del vehículo. En el camino sólo se expulsa vapor de agua y nitrógeno.
Son varias las marcas que llevan años apostando fuerte por la pila de combustible. Toyota lleva desde 2002 trabajando en este tipo de mecánicas hasta la materialización del Mirai, mientras que la primera marca en introducir un modelo de hidrógeno en el mercado fue Honda con el FCX Clarity en 2008. La japonesa Mazda también ha coqueteado con el hidrógeno con el RX8, que funcionaba tanto con gasolina como con hidrógeno y que finalmente no llegó a producción.
De todos modos, lo cierto es que esta es una tecnología que está escondida detrás del coche eléctrico, a pesar de que la actual que no ofrece un beneficio real claro sobre los coches de gasolina de última generación, como apunta la sueca Volvo: construir un coche eléctrico contamina un 70% más que el mismo modelo de gasolina.
Carecen de facilidades
Es una diferencia gigantesca que se recupera durante toda la vida útil del primero, si el origen de la electricidad es renovable. Si no lo es, la teórica ventaja verde del eléctrico se elimina casi por completo, esto es sin contar con factores como la vida limitada de las baterías (que deben ser reemplazadas cada cinco o siete años, incurriendo en otros 70% de CO2 extra que no produce el eléctrico).
Así, los que son los coches de hidrógeno son, sobre el papel, mejores que los eléctricos, porque tampoco contaminan, suelen ofrecer mayor autonomía media (el Mirai permite viajar hasta 600 km con una única recarga y el Nexo por 800) y se repostan en tres o cuatro minutos, casi como un modelo de gasolina o diésel tradicional. Aunque claro, su comercialización es escasa.
Con muchas de las ventajas de los coches eléctricos, los propulsados por hidrógeno carecen además de algunos de sus inconvenientes. El principal llega a la hora de recargar los depósitos, pues se trata de una operación que no lleva más de cinco minutos, a diferencia de los largos periodos de recarga de las baterías de los vehículos eléctricos.
En el futuro será más cómoda que la electrificación, pero hoy no es viable
En esas, su gran problema llega a la hora de encontrar un lugar en el que poder hacerlo. El hidrógeno debe almacenarse a una presión no inferior a los 350 bares, lo que además hace que sea un elemento altamente inflamable. Como resultado, la tecnología necesaria es costosa y el número de clientes potenciales, escaso. Actualmente, hay apenas 375 hidrogeneras en el mundo, 119 en Europa, y sólo seis de ellas están situadas en España.
Resulta curiosa dicha disparidad en territorio europeo, pues Alemania acumula el 70% de las hidrogeneras de toda Europa. Y no es ninguna casualidad, pues el gobierno alemán se propuso que cualquier ciudadano tuviera una hidrogenera a menos de 100 kilómetros de su casa.
Como decimos, llenar el depósito de un coche de hidrógeno lleva apenas cinco minutos, pero el coste es similar al de llenar un depósito de gasolina. Si tomamos como ejemplo el Hyundai Nexo y su depósito de 11 kilos, costaría aproximadamente 70 euros ocupar completamente su depósito de hidrógeno. Por ende, cargar un coche eléctrico es bastante más económico en estos momentos.
Y así las cosas, los coches de hidrógeno son interesante desde el punto vista teórico, pero todavía les queda mucho por recorrer para ser rentable, de ahí que en la práctica no se vean tantos como podría suceder con los eléctricos puros o los híbridos. Si eso llega en el futuro entonces estaremos ante una alternativa de movilidad cero más cómoda que la electrificación.