Así será el final de la Tierra: por primera vez observan una estrella “devorando” un planeta
A 13.000 años luz de nuestro planeta y durante unos 100 días, una estrella moribunda aumentó su tamaño cientos de veces, lo suficiente como para tragarse al planeta más cercano. Este proceso será similar al que viva el Sol en sus últimos días… pero para ello faltan 5.000 millones de años.
Durante la mayor parte de su vida, las estrellas similares al Sol fusionan hidrógeno en helio en su núcleo. Este proceso les permite equilibrar el peso de sus capas externas. El problema comienza cuando se agota el hidrógeno en el núcleo, entonces la estrella comienza a fusionar helio en carbono y la fusión de hidrógeno (antes en el núcleo) ahora se lleva a cabo en las capas exteriores de la estrella. Y es un problema porque esto hace que se expandan y conviertan a la estrella en una gigante roja. Una “mutación” que es una mala noticia para cualquier planeta del sistema interno: cuando la superficie de la estrella finalmente se expanda para engullir a uno de sus planetas, su interacción desencadenaría un estallido espectacular de energía y material. Este proceso también frenaría la velocidad orbital del planeta, haciendo que se sumerja en la estrella. En pocas palabras: la estrella crece tanto que se come al planeta pequeño o cercano.
Al estudiar innumerables estrellas en diferentes etapas de su evolución, los astrónomos han podido reconstruir su ciclo de vida y cómo interactúan con los sistemas planetarios que las rodean a medida que envejecen. Ahora, un nuevo estudio publicado en Nature confirma que cuando una estrella similar al Sol se acerca al final de su vida, se expande entre 100 y 1000 veces de su tamaño original, y finalmente engulle los planetas internos del sistema. Se estima que tales eventos ocurren solo unas pocas veces al año en toda la Vía Láctea.
Aunque observaciones anteriores ya habían estos eventos, nunca habían tenido la oportunidad de captar uno en directo. Gracias al uso del telescopio Gemini South (ubicado en Chile) los astrónomos han observado la primera evidencia directa de una estrella moribunda que se expande para engullir uno de sus planetas. La evidencia de este evento se encontró en el estallido de una estrella en la Vía Láctea a unos 13.000 años luz de la Tierra. Este evento probablemente presagia el destino final de Mercurio, Venus y la Tierra cuando nuestro Sol comience su agonía en unos cinco mil millones de años.
Una expulsión equivalente a 33 planetas
El evento duró aproximadamente 100 días y dio a los astrónomos una idea de la masa de la estrella y la de su planeta sumergido. El material expulsado consistió en unas 33 masas terrestres de hidrógeno y unas 0,33 masas terrestres de polvo. A partir de este análisis, el equipo estimó que la estrella progenitora tiene entre 0,8 y 1,5 veces la masa de nuestro Sol y que el planeta devorado tenía entre 1 y 10 veces la masa de Júpiter.
Ahora que las características de este tipo de eventos son conocidas, los científicos pueden buscar con mayor exactitud eventos similares que ocurran en otras partes de la galaxia. Esto será especialmente importante cuando el Observatorio Vera C. Rubin empiece a estar operativo en 2025. Por ejemplo, los efectos observados de la contaminación química en la estrella remanente cuando se ven en otros lugares pueden indicar que se ha producido un engullimiento. La interpretación de este evento también proporciona evidencia de un eslabón perdido en nuestra comprensión de la evolución y el destino final de los sistemas planetarios, incluido el nuestro.
“Gemini South continúa expandiendo nuestra comprensión del Universo y estas nuevas observaciones respaldan las predicciones para el futuro de nuestro propio planeta. Este descubrimiento es un maravilloso ejemplo de las hazañas que podemos lograr cuando combinamos operaciones de telescopio de clase mundial y colaboración científica de vanguardia. Estas observaciones brindan una nueva perspectiva para encontrar y estudiar los miles de millones de estrellas que ya han consumido sus planetas en la Vía Láctea – concluye Ryan Lau, astrónomo de NOIRLab y coautor del estudio –. Creo que hay algo bastante notable en estos resultados que habla de la fugacidad de nuestra existencia. Después de los miles de millones de años que abarcan la vida útil de nuestro Sistema Solar, nuestras propias etapas finales probablemente concluirán en un destello final que durará solo unos pocos meses”.