Los problemas del coche eléctrico este invierno: 3 cosas que debes saber

Las bajas temperaturas propias de esta época del año empiezan a causar estragos. El frío que nos acompaña a lo largo del día, principalmente a primera hora de la mañana y por la noche, por la ausencia del sol, provoca toda una serie de contratiempos que nos obligan a extremar las precauciones cuando nos ponemos al volante. Ahora bien; en caso de que dispongas de un coche eléctrico, esto podría ser algo mayor y más problemático.
Al coche eléctrico no le gusta el frío
Aunque todavía no han llegado las verdaderas nevadas, las temperaturas que tenemos son las propias de esta época del año, donde ya de por sí son muy bajas y empiezan los problemas típicos: parabrisas congelados, cristales empañados, placas de hielo en la carretera…
Como dicen que el mejor remedio es prevenir, es importante que sepas (y que aprendas) algunas consideraciones para que tengas en cuenta que tu coche no vive igual en los días más fríos del año. A partir de ahora, las próximas semanas van a ser más frías y el tiempo peor, así que mejor estar preparados.
O lo que es lo mismo; al igual que hemos cambiado ya nuestras prendas para esta época, a tu coche le pasa más o menos lo mismo, no le vendrá mal ‘un cambio de armario’, y en el caso del coche eléctrico más aún, sobre todo para que no sufran en exceso, si bien es cierto que estos tienen mayores problemas que con el calor.
Qué hay que tener en cuenta
Uno de los elementos mecánicos más sensibles al invierno son las baterías, tanto de los coches con motor de combustible como de los vehículos electrificados. Aunque las consecuencias en cada modelo varíen, hay que prestar especial atención igualmente durante los viajes por estas fechas.
En el caso de los coches eléctricos, el frío afecta directamente a la autonomía de la batería, razón por la que se convierte en un factor que puede interferir directamente en la duración de los trayectos y que obligará a programar el recorrido dependiendo de la duración para encontrar un punto de recarga en el camino. Pero hay otros casos que debes valorar sobre los mismos.
Pérdida de efectividad
Siempre que se producen episodios de frío intenso como el que estamos viviendo estos días en España no solo hay que conducir con precaución, sino que es muy importante que nos aseguremos tener el coche en óptimas condiciones para hacer frente a las necesidades que impone el invierno.
La mayoría de las baterías que equipan los coches eléctricos son de ion litio, que necesitan estar a una temperatura superior a los 0ºC para funcionar en las mejores condiciones. Si la temperatura es inferior, el líquido del electrolito que hay dentro de las celdas de la batería se mueve de forma más lenta y la batería pierde efectividad. Cuanto más desciende el mercurio en el termómetro menos eficaz se vuelve la batería, que puede llegar a perder hasta el 20% de su carga.
Frenada regenerativa
Otro daño colateral que conlleva la falta de calor es la afectación en la función de frenada regenerativa, el mecanismo mediante el cual el coche produce energía para mejorar la autonomía.
Una batería fría también limita el frenado regenerativo, que utiliza el impulso del coche para cargar la batería y ayudar a aumentar su alcance de conducción. El frenado regenerativo bombea grandes cantidades de energía a la batería, lo que puede dañarla a temperaturas frías.
Más consumo
Con todo, el gasto medio a una temperatura de 16ºC es de 22,4 kWh/100 km, mientras que a 3ºC se eleva a 27,3 kWh/100 km. Esto supone que con una diferencia de 13ºC, un vehículo eléctrico consume un 21,9% más.
La diferencia provoca que los conductores tengan que estimar un 20% menos de alcance en invierno que en verano, por lo que tendrán que planificar sus viajes más minuciosamente. Llevar los limpias funcionando, la luneta térmica encendida o las luces también suman kilovatios de consumo. O mejor dicho, restan también autonomía. Cuanto más pequeña sea nuestra batería mayor será la repercusión de estos consumos.