Cuando compramos un ordenador, generalmente solemos hacer una gran inversión de dinero con la esperanza de que nos dure varios años funcionando bien. Y, si elegimos un buen modelo, con un hardware de gama media o alta, probablemente sea así. Sin embargo, como ocurre con todos los dispositivos electrónicos, con el paso del tiempo, los componentes se van dañando y todo empieza a funcionar poco a poco peor, y a dar más problemas. Si a esto le sumamos la obsolescencia programada, tarde o temprano llegará un momento en el que, sí o sí, tocará cambiar de PC.
Si usamos el ordenador a diario, ya sea para trabajar o para jugar, seguramente pasado un tiempo empezaremos a notar que la cosa no funciona como al principio. Igual que ocurre con los móviles y las tablets, tanto el propio desgaste de los componentes como la obsolescencia programada de los fabricantes y las grandes empresas, empiezan a hacerse notar.
Es entonces cuando, casi siempre, toca cambiar de ordenador. Hoy te vamos a contar cuáles son las pistas más claras que nos indican que, efectivamente, ha llegado ese momento. Y también algunos trucos que los fabricantes no quieren que sepas para alargar algo más la vida útil de ese PC.
El PC va muy lento
Seguro que nos hemos dado cuenta de que, cuando encendido el ordenador por primera vez cuando lo compramos, este iba muy rápido. Sin embargo, con el paso del tiempo, el PC empezó a ir cada vez más lento, llegando incluso a tardar varios minutos para arrancar y en abrir los programas.
Cuando esto ocurre, pueden darse tres cosas: la primera, que el hardware se está desgastando (sobre todo si se trata de un SSD, que se deterioran con el tiempo). También puede ocurrir que, si compramos un portátil de gama baja, o de marcha china, este se esté quedando corto para los requisitos del sistema y los programas. E incluso que el problema sea que pide un formateo a gritos.
Podemos probar a formatear y reinstalar Windows desde cero para ver si vuelve a funcionar bien. Pero, si no lo hace, casi con toda seguridad nos tocará comprar uno nuevo.
No poder actualizar Windows
Aunque es verdad que Windows no pide unos requisitos excesivamente elevados, y funciona en casi cualquier ordenador, con el lanzamiento de Windows 11 la cosa cambió. Microsoft limitó mucho las CPUs compatibles para que sean nuevas y, además, exige que el procesador tenga determinadas instrucciones, así como el uso de TPM 2.0 y Secure Boot para poder usar este sistema.
Si tu ordenador no cumple con todo esto, es hora de cambiar por un PC nuevo. Y es que, el año que viene, acaba el soporte para Windows 10, por lo que, a partir de entonces, seguir usando Windows va a ser peligroso.
Al ser un problema de requisitos, hay poco que se pueda hacer, salvo comprar un PC nuevo. A no ser, claro, que decidamos dar una oportunidad a Linux y poder seguir usando este PC con un nuevo sistema operativo.
Demasiado ruidoso o demasiado caliente
Los componentes de un PC generan calor. Mucho, si se trata de un PC de gama alta. Por lo tanto, necesita sistemas de refrigeración muy potentes para mantener esta temperatura a raya. Los disipadores, y ventiladores, de los ordenadores nuevos suelen ser bastante silenciosos. Por lo tanto, un indicio de problemas es que estros hagan demasiad ruido.
De ser así, pueden darse varios motivos. El primero de ellos es que estén sucios, y con una limpieza (lo cual implica abrir el PC) puede solucionarse. Pero, si no se soluciona, es posible que los ventiladores se hayan roto. Y, en ese caso, salvo que sea un PC de sobremesa, seguramente no encontremos recambios, y nos tocará cambiar de PC.
Algo parecido se aplica en caso de que tengamos problemas de temperatura. Si el ordenador se calienta demasiado, puede haber un problema con los ventiladores, o con la pasta térmica. Podemos probar a cambiar la pasta, y limpiar el disipador y los ventiladores, para reducir esta temperatura y evitar tener que comprar un equipo nuevo.
La batería del portátil no dura
La batería… el componente que más se daña con el paso del tiempo. Seguro que cuando conectaste el ordenador por primera vez la batería duraba varias horas sin problemas. Pero puede llegar un momento en el que, con solo desconectarlo del enchufe, el portátil se apague por completo.
Aquí tenemos dos opciones. La primera de ellas es intentar cambiar la batería del ordenador (si es que encontramos algún recambio por Internet) para darle una segunda vida. O, la segunda, comprar un ordenador nuevo. Si el problema es la batería, quiere decir que ya tiene varios años a las espaldas, y es normal que dé problemas.
La pantalla tiene manchas o fugas de luz
Otro de los elementos que puede fallar de un ordenador es la pantalla. Si se trata de un PC de sobremesa no pasa nada, ya que con cambiar el monitor estaría. Pero en los ordenadores portátiles no es posible. Si tenemos un ordenador portátil, y nos damos cuenta de que la pantalla empieza a dar problemas (se ve mal, se apaga, tiene fugas de luz, problemas de colores, etc), no nos va a quedar otra que cambiar de portátil.
De todas formas, para asegurarnos de que es un problema de hardware, podemos probar a arrancar un sistema operativo Live, desde un USB, para asegurarnos de que no se trata de un problema de configuración de Windows. Y, si no queremos cambiar el portátil, funcionará perfectamente conectado a un monitor de PC.