Vender un vehículo de ocasión sin comunicar a su nuevo propietario toda la información importante relativa a su funcionamiento, averías y vicios ocultos puede ser motivo de sanción. Así lo ha afirmado la Justicia.
La compraventa de vehículos de segunda mano no está exenta de riesgos. Por la propia naturaleza del producto con el que se está realizando la transacción, muchos vendedores tratan de ocultar parte de la información del vehículo con el objetivo de poder aumentar al máximo su valor en el mercado de ocasión. En la mayoría de los casos, no es posible determinar el estado real del vehículo hasta que no es examinado por un profesional experto.
Esta es precisamente la situación que ha vivido el protagonista de esta noticia. El titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Nº1 de Coín, Alejandro Zamorano Leal, ha decidido sancionar con 5.695 euros al vendedor de un todoterreno tras constatarse que había sido vendido con una serie de anomalías que no había puesto en conocimiento de su nuevo propietario. Es decir, había realizado la transacción con una serie de vicios ocultos.
Múltiples irregularidades
Tal y como informa el medio especializado Confilegal, el vehículo había sido vendido con un motor que no era el original y procedía, de hecho, de un desguace. Además, los amortiguadores no correspondían a los que aparecían en la ficha técnica. También se detectó que había existido manipulación en el sistema de calefacción y el sistema eléctrico. Y que existían averías en los tres bloques diferenciales, además de otros desperfectos que no se han detallado.
Como decíamos previamente, en la compra de un vehículo de segunda mano siempre se corre el riesgo a no percibir irregularidades que únicamente un profesional de la mecánica puede detectar. En este caso, la transacción se había firmado tras haber probado el vehículo tanto en carretera como en un circuito urbano. Durante ambos trayectos, no se había detectado ningún problema en el funcionamiento del mismo. Por lo tanto, se llevó a cabo la operación por un importe final que alcanzó los 15.000 euros.
No fue hasta que se llevó a cabo una revisión en el taller de confianza del comprador, cuando se detectó que el todoterreno contaba con una serie de averías e irregularidades que no se correspondían con el precio pactado. De hecho, su nuevo propietario tuvo que abonar en una primera reparación casi 900 euros, mientras que le fue presupuestada una segunda reparación por 14.375 euros.
Un burofax
Cuando el denunciante se dio cuenta de la situación, decidió mandar un burofax para solicitar el importe correspondiente a las reparaciones. Sin embargo, el antiguo propietario decidió hacer caso omiso al mismo, justificando que el coche ya tenía 30 años de antigüedad y las averías eran propias de un coche antiguo como este. Además de demostrar que tenía la ITV superada y en vigor. Finalmente, cuando se puso en manos de la Justicia la situación, la sentencia concluyó que, efectivamente, existían vicios ocultos, como demostraba un informe pericial.
En estos casos, y con la intención de no encontrarnos en situaciones similares a la descrita, siempre es recomendable pactar entre las dos partes una revisión previa a la formalización del contrato de compraventa con el objetivo de que un profesional pueda verificar que el estado del vehículo es exactamente como se describe. Además de solicitar la máxima cantidad de información y documentación posible.