El DailyMail publicaba que Google utilizaba una técnica que aprovechaba sus fuentes propias para recopilar información de los usuarios. En un primer momento, esta seria acusación tuvo mucha repercusión, pero un vistazo más en profundidad de la forma en que el gigante de Internet maneja sus fuentes propias nos aclara mucho mejor lo que está pasando en realidad.
Los diseñadores web utilizan fuentes gratuitas proporcionadas por Google para que sus sitios web luzcan atractivos y sean visualmente coherentes en diferentes dispositivos, ya sea en un teléfono, una tableta, un ordenador portátil o un televisor. Estas fuentes son fácilmente descargables desde Google Fonts, lo que permite a los diseñadores integrarlas en sus proyectos de manera rápida y sencilla.
Sin embargo, es importante destacar las características propias de estas fuentes y su API. Para que nos hagamos una idea, hablamos de Roboto, Open Sans, Lato, Montserrat o Merriweather. Su funcionamiento exacto se puede encontrar en la web de Google Fonts en la que se nos da todo lujo de detalles sobre la privacidad.
Diseñada para limitar la recopilación de datos
El DailyMail explica que, al visitar un sitio que utiliza Google Fonts, automáticamente se comparte información con Google. La dirección IP del usuario es su identificador único en internet y se vincula a todos sus dispositivos, junto con los detalles de cada página web que visitó, el tiempo que estuvo allí y los enlaces en los que hizo clic. Todo esto se agrupa con otros datos que Google recopila sobre el usuario en cualquier otro lugar, lo que puede ser impactante para algunos.
Siguen contando que la navegación en modo privado o de incógnito no protegerá al usuario de este seguimiento. Aunque se pueden cambiar las configuraciones de las cookies o activar una VPN para detener el seguimiento de algunas actividades online, esto no sería suficiente.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad. La mentada web de Google Fonts nos da todos los detalles sobre la privacidad de las fuentes. Este párrafo sobre la privacidad deja meridianamente claro la no recopilación de datos:
La API de Google Fonts está diseñada para limitar la recopilación, el almacenamiento y el uso de datos del usuario final. El uso de la API web de Google Fonts no está autenticado, y la API de Google Fonts no establece ni registra cookies. Las solicitudes a la API web de Google Fonts se realizan a dominios de recursos específicos, como font.googleapis.com o font.gstatic.com. Las solicitudes de fuentes son independientes y no contienen ninguna credencial enviada a google.com mientras usan otros servicios de Google autenticados, como Gmail.
El gigante de Internet sigue aclarando cosas como, por ejemplo, cuando usamos sus fuentes en nuestras webs. En este caso, deja claro que «Google no utiliza la información recopilada por Google Fonts para crear perfiles de usuarios finales o para publicidad orientada». Eso sí, la dirección IP de los usuarios sí que es recibida por Google, pero tiene fácil explicación:
El protocolo de Internet requiere que las direcciones IP transfieran los datos a través de Internet entre un cliente determinado (es decir, el navegador) y un servidor determinado. Es por eso que cada solicitud de cliente a cualquier servidor contiene la dirección IP del cliente para que el servidor pueda responder a esa dirección IP. En consecuencia, el hecho de que los servidores de Google reciban necesariamente direcciones IP para transmitir fuentes no es exclusivo de Google y es coherente con el funcionamiento de Internet.
Como vemos, Google aclara la polémica sembrada por el tabloide británico explicando con todo lujo de detalles el funcionamiento de sus fuentes, de su API y qué ocurre cuando un usuario las utiliza en su propia página web.