Esta semana va a ser crucial para el mundo de la astronomía. Un satélite que lleva varado en el espacio desde hace más de 10 años, caerá a la Tierra. Los expertos lo esperan, pero es imposible pronosticar con total precisión lo que ocurrirá con sus restos.
En el año 1995 se lanzó con entusiasmo e ilusión el satélite ERS-2, una de las misiones de la Agencia Espacial Europea, con la cual querían observar nuestro planeta. Y lo cierto es que lo lograron. El satélite se mantuvo en el espacio analizando la Tierra durante 16 años. No obstante, en 2011 se decidió que era momento de abandonarlo y que cerrase su ciclo.
Ahora tiene que caer
Lo problemático, no obstante, es que el satélite no puede estar eternamente en el espacio. Como ya se ha hablado en muchas ocasiones, no es factible llenar el espacio de satélites o de restos de los mismos, dado que la basura espacial está comenzando a ser un gran dolor de cabeza para quienes observan el espacio. Por ello, después de abandonarlo, la Agencia Espacial Europea decidió llevar a cabo algunas maniobras que iniciasen su vuelta a la Tierra.
No obstante, desde ese tiempo ya han pasado más de diez años en los que el satélite ha seguido vagando. Todo cambió el pasado día de San Valentín, momento en el cual el ERS-2 hizo una maniobra con la que “avisaba” de su inminente caída. Ha llegado la hora y los científicos saben que será esta misma semana, por lo que se están preparando al máximo.
¿Qué va a ocurrir?
Inicialmente se pensó que la caída se llevaría a cabo mañana mismo, pero al final, posiblemente, será pasado mañana día 21 de febrero. La hora será a las 12:14 en España, aunque la agencia indica en sus actualizaciones en vivo que hay un margen de error de 15 horas que puede ser superior o inferior al horario desvelado. Por lo tanto, podría ser mañana mismo y no pasado mañana, o incluso el jueves. Mencionan que les resulta complicado hacer un cálculo real del momento en el que caerá el satélite porque hay cierta actividad solar impredecible que afecta a la atmósfera de la Tierra.
Eso lo que supone es que la capacidad de atracción del satélite hacia la Tierra se incrementa o se reduce, así que queda en el aire el momento exacto en el que ocurrirá. Aseguran, no obstante, que a medida que se vaya acercando la caída tendrán la ocasión de conocer el horario con más claridad.
Dicen desde la Agencia Espacial Europea que este tipo de caídas de satélites son normales y que no deberíamos preocuparnos. También explican que el combustible que le quedaba al satélite se agotó en el año 2011, por lo que no se espera ningún tipo de problema debido a su presencia. Además, aseguran haber calculado la ruta de caída y saben que no llegará a chocar con ningún otro satélite ni con basura espacial. Porque si eso ocurriese sí que podría haber cambios de trayectoria o problemas derivados que no son precisamente del gusto de los científicos.
El peso del satélite es de 2294 kg, por lo que no es precisamente poco, aunque desde la agencia le restan importancia e insisten en que la caída de satélites es mucho más frecuente de lo que se podría imaginar. Parece que a este caso concreto le están dando más promoción debido a lo que supone, dado que el ERS-2 fue, en su momento, un espectacular satélite superior a todo lo que hubiera sido fabricado en Europa. Su importancia histórica es enorme y, por ello, da la sensación de que le quieren dar una despedida como se merece.
Tal y como apuntan los científicos, lo que ocurrirá en el momento en el que el satélite se acerque a entrar en contacto con la atmósfera de la Tierra es que se romperá en piezas más pequeñas. No se ha indicado ni el tamaño ni la cantidad, pero aparentemente no supondrán ningún peligro en su caída a diferencia de lo que se suele ver en series postapocalípticas. Eso ocurrirá cuando el satélite esté a una distancia de unos 80 kilómetros. Creen que la mayoría de esas partes de satélite acabarán quemándose en el contacto con la atmósfera, así que no supondrán ningún riesgo. El resto del satélite sí que caerá en la Tierra, aunque aseguran que lo más probable es que todo vaya a parar al océano.
Para quien se lo esté planteando, la Agencia Espacial Europea dice que los componentes del satélite que van a caer no tienen ninguna sustancia que pueda ser peligrosa. No contienen ningún elemento radiactivo ni tampoco nada tóxico, por lo que no hay que preocuparse tampoco en ese sentido. Las imágenes que acompañan a la noticia las ha publicado la empresa HEO Robotics, la cual las ha conseguido haciendo uso de su avanzada tecnología.