Todo parecía listo para la llegada de Netflix a España en el recién estrenado 2012. Sin embargo, en los últimos meses del pasado ya se anunció que nuestro país no sería el primero en Europa donde llegaría la plataforma de vídeo, en favor de Reino Unido e Irlanda. Eso sí, la industria de contenidos ha sido la primera en obstaculizar su aterrizaje.
Durante 2011 Netflix confirmó su éxito en Estados Unidos y Canadá y se abrió al mercado latinoamericano. La plataforma que ofrece películas y series mediante una tarifa plana mensual llegó incluso a superar en tráfico a servicios P2P como BitTorrent, lo que confirmaba que los usuarios sí están dispuestos a pagar por los contenidos siempre y cuando la oferta sea asequible.
No obstante, las zancadillas por parte de la industria siguen obstaculizando la entrada de la plataforma en las fronteras europeas. Nación Red se hace eco de una información que confirma el tortuoso camino para la llegada de Netflix a Reino Unido. El país británico será el primero en recibir este servicio pero la propia BBC, con la que la plataforma ha firmado un acuerdo, no permite incluir en su oferta episodios de series hasta pasado medio año. Esto es lo que sucede, por ejemplo, con la serie Top Gear, de emisiones semanales, por lo que este plazo resulta un tanto descabellado.
El resto de cadenas y productoras siguen el mismo camino de modo que favorecen a competidores de Netflix como Vevo, servicio de streaming de los gigantes Vivendi, Universal y Sony. «Las emisoras controlan la mayoría del negocio de vídeo bajo demanda por Internet en el Reino Unido. Protegen su negocio de televisión mezclándolo con su negocio online«, señala su director de Operaciones en el país británico. Al competir con esta industria, las cadenas sólamente ceden a Netflix programas antiguos o de archivo, algo que se ha visto también en nuestro país en otras plataformas como Voddler, que no acaba de despegar por la falta de contenidos interesantes.
Antena3 y Mediaset eran las grandes compañías con las que Netflix negociaba en nuestro país, pero la falta de acuerdos hizo que se decantasen por Reino Unido. Asimismo, otro grande del sector como RTL declaró que no vendería sus contenidos en la plataforma si no se le permitía poner publicidad en sus programas.
La postura de la industria en este sentido es digna de estudio, todo un alarde de política autodestructiva e inadaptación al nuevo entorno digital. Lo mismo sucede en el sector musical, donde las grandes compañías también obstaculizan a plataformas como Spotify sin atender a los beneficios que puede generarles este tipo de servicios más allá del negocio tradicional.