Ahora que se acerca el verano, nos preocupa la temperatura de nuestros ordenadores, y más si éstos no tienen una refrigeración adecuada. Cuando en una tórrida noche de verano nos apetece jugar a un juego o una tarea que requiera toda la potencia del procesador, sobre todo en un portátil o un ultrabook, tememos que el portátil acabe reiniciándose o viéndose afectado por el thermal throttling, y nos tengamos que limitar a ver videos de gatos en YouTube mientras se enfría.
Para solventar parcialmente este problema, un usuario japonés de MacBook Pro, harto de la alta temperatura que este puede llegar a alcanzar, ha comprobado un principio que a todas luces parece lógico. Ha probado a poner monedas dispuestas en pequeñas torres encima del portátil en la parte donde más se calienta, justo encima del teclado. El invento funciona.
Los disipadores que utilizan los ordenadores de sobremesa, portátiles e incluso móviles están hechos de cobre, debido a que es un metal que tiene una gran capacidad para disipar el calor.
En el caso de los portátiles y los de sobremesa, esos tubos de cobre van refrigerados normalmente por un ventilador. La excepción viene en el caso de los ultrabook como el MacBook Air, cuyos disipadores van directamente a la carcasa de metal. La carcasa de los MacBook está hecha de aluminio el cual, si bien es más ligero que el cobre, transmite peor el calor. Es la falta de refrigeración activa y el uso de este material lo que hace que, incluso en reposo, la temperatura del ordenador sea elevada en verano.
Suzuki, el japonés que ha comprobado esto, puso monedas de 10 yenes, que están hechas de cobre en su mayor parte. Los europeos estamos de suerte, pues nuestras monedas también están hechas en su mayor parte de cobre, sobre todo las de 10, 20 y 50 céntimos, cuyo porcentaje de cobre es del 88%. Por ello, si queréis probar esto en casa, recomendamos que uséis estas tres. Este método no es una solución final, pero sí nos puede ayudar a bajar la temperatura alrededor de un 10%, que evite que el portátil se acabe reiniciando.
Para realizar este experimento, se basó en una prueba que hizo una web japonesa allá por 2012, en la que comprobaron que el MacBook Pro de ese año alcanzaba una elevada temperatura. En las fotografías térmicas que realizaron, pudieron comprobar que la temperatura superficial del portátil se concentraba en la zona central superior del portátil, que es donde se encuentra el procesador, el cual podía alcanzar los 95 grados.