Si Windows muestra «buscando la solución a un problema», rara vez lo logra, ¿por qué?

Los usuarios habituales del sistema operativo de Microsoft, Windows, ya estamos acostumbrados desde hace años al, más frecuente de lo que nos gustaría, mensaje que dice que un determinado programa, componente hardware o servicio «dejó de funcionar, Windows está buscando una solución al problema».
A quién no le suena este mensaje, desafortunadamente, a todos, sin embargo lo cierto es que cuando aparece en pantalla, la mayoría de las ocasiones albergamos la esperanza de que realmente el sistema vaya a solucionar el problema que repentinamente ha aparecido, aunque en el fondo sabemos que eso no se va a producir. Esa mínima esperanza la albergamos debido a que confiamos que el sistema sea lo suficientemente «listo» para arreglarse a si mismo, pero esa tarea es mucho más complicada de lo que nos pensamos, de ahí las pocas veces que Windows es capaz de encontrar un final feliz por si mismo.
Hay que reconocer que en realidad el sistema no nos está mintiendo, ya que en ningún momento nos afirma que vaya a solucionar el problema con el componente, programa o función propia, sino que lo único que nos asegura es que «está buscando». Por lo que podemos entender, ese proceso de búsqueda se centra en que el sistema operativo se está poniendo en contacto con algún servidor de los de Redmond en busca de algún inconveniente igual o parecido que Microsoft tenga almacenado para poder darle solución. Pero claro, el número de alternativas y entradas entre las que tiene que realizar la búsqueda, como podemos imaginar, es enorme.
Se supone que esos servidores guardan de manera automática gran parte de los informes de errores provenientes de máquinas de todo el mundo, luego los clasifican y almacenan para poder sacar provecho de esos errores en el futuro. Por lo tanto el sistema, en ese proceso de búsqueda, primero tiene que encontrar un problema muy similar y segundo que este tenga una solución y la misma haya sido guardada en la base de datos; todo ello sobre miles de millones de entradas, de ahí la dificultad de que el proceso se cumpla con éxito.
Desde la misma Microsoft, uno de sus desarrolladores, Raymond Chen, afirma que no todas las entradas son tratadas de igual modo, sino que se priorizan las más frecuentes y suben en el ranking para que el propio sistema pueda encontrar la solución más rápidamente. Pero claro, hay que tener en cuenta que los fallos de Windows son muchos, como una simple desaparación del menú Inicio, y a estos hay que sumarles los errores de software de terceros o de componentes hardware, lo que hace que la base de datos sea demasiado grande para que pueda ser realmente efectiva en la mayoría de las ocasiones. Precisamente por todo esto, cuando aparezca el temido mensaje, lo mejor es no albergar demasiadas esperanzas de que se arregle solo e intentar «buscarnos la vida» por nuestra cuenta.