El pasado 20 de septiembre era publicada en el Diario Oficial de la Unión Europea la nueva Directiva sobre Eficiencia Energética y desde entonces ha comenzado a surgir una especie de histeria colectiva pensando que esto va a significar que tengamos que gastarnos un pastizal en cambiar las calderas de gas que ahora mismo tenemos en casa. ¿Qué hay de cierto?
Si ves titulares que dan a entender que se están prohibiendo las calderas de gas, te están engañando. Es cierto que la Directiva sobre Eficiencia Energética promueve el uso de otras energías alternativas, pero eso no significa la prohibición del gas.
Siguen permitidas las calderas de gas
La Directiva de Eficiencia Energética 2023/1791 recoge ciertas obligaciones en materia energética incluidas en el Plan ‘Fit for 55’. Hay que recordar que este paquete de medidas tiene como objetivo la reducción de gases de efecto invernadero. Concretamente, se prevé una reducción no inferior al 55% para 2030 en comparación con los niveles de 1990. Esto sería posible, entre otras medidas, alcanzando una bajada del consumo final de energía en la Unión Europea cifrada en un 11,7%.
¿Qué tiene que ver esto con las calderas de gas? Pues bien, durante los últimos meses desde que se diera a conocer el texto de la Directiva, se ha comenzado a difundir la idea de que esto implicará la prohibición de las calderas de gas tal y como las conocemos o al menos tendrán que ser sustituidas por bombas de calor. Nada más lejos de la realidad.
Tal y como se señala en un texto orientativo de la Organización de Consumidores y Usuarios, este texto no realiza tal prohibición, sino que se enfoca más en potenciar otras fuentes de energía más sostenibles y en línea con la consecución de los objetivos marcados en el plan comunitario de la Unión Europea. Esto, por ejemplo, supone que no puede haber dinero público destinado a la subvención, pero en ningún momento prohíbe la instalación privada.
FEGECA, la Asociación de los fabricantes de Generadores y Emisores de calor, también ha querido aclarar en un comunicado lanzado pocos días después del texto de la Directiva las interpretaciones erróneas de la norma y, como expertos en materia, la suya es importante como para hacer caso.
«En ningún caso la Directiva pone fecha al fin de las calderas de gas ni obliga a sustituirlas por bombas de calor. Plantea la reducción progresiva de la utilización de combustibles fósiles, pero sin prohibiciones. En determinadas condiciones y durante un período de tiempo transitorio, se podrán contabilizar los ahorros de energía procedentes de actuaciones relativas a la combustión directa de combustibles fósiles. Las calderas suponen una opción viable, desde el punto de vista técnico y económico, sin necesidad de realizar cambios o modificaciones en la instalación«.
No se instalarán en un futuro
Puede que la confusión a este respecto y la demonización de las calderas de gas provenga de un posible error de interpretación. Hay otra normativa energética pendiente de aprobación, la Nueva Directiva sobre Eficiencia de Edificios en la que sí se habla de este tipo de calderas y tiene un nombre parecido a la que hemos mencionado en el primer apartado.
En esta normativa futura se prevé que, de cara a al menos 2030, los edificios deberán dejar de producir emisiones contaminantes. Es entonces comprensible que para aquel entonces ya no se instalen fuentes de energía basadas en combustibles fósiles y por tanto no tendrá cabida nuevas calderas de gas en viviendas de obra privada (adelantándose a 2027 para todos los edificios públicos de obra nueva). Eso sí, una vez más, tampoco en esos borradores encontramos rastro de una prohibición de las existentes, así que puedes respirar tranquilo que, como no sea por avería en aquel entonces, no tendrás que realizar obligatoriamente una nueva instalación energética.