Las actualizaciones de software son importantes para el usuario y el dispositivo, en tanto que introducen nuevas funciones y están planteadas para aumentar la seguridad. Ahora bien, con cada lanzamiento, según en qué modelo de dispositivo nos fijemos, los usuarios reportan menor velocidad en el funcionamiento global de sus terminales. ¿Quiere esto decir, que una actualización es sinónimo de perder rendimiento?
Nos centraremos en los iPhone, pero simplemente porque iOS no tiene los problemas de fragmentación que existen en Android. Ahora bien, el caso es perfectamente aplicable al resto de sistemas operativos. Como podréis ver en la gráfica que acompaña a este artículo, con cada nueva versión de software los usuarios corren a Google a buscar por qué su móvil funciona más lento. Según estos datos, evidentemente, es una sensación generalizada que, curiosamente, coincide también con el lanzamiento de nuevos dispositivos.
Es decir, lo que se plantea es una hipotética obsolescencia forzosa a través de actualizaciones de software, y con la intención de favorecer a los nuevos productos de la compañía en cuestión, la que sea, aunque la gráfica se centre en datos de Apple, que lo hace mucho más evidente. Ahora bien, el hecho de que tengamos la sensación de que nuestro terminal funciona con mayor lentitud tiene una explicación.
Sí, efectivamente, tu móvil funciona más lento, a pesar de que haya podido beneficiarse de mayor autonomía y, evidentemente, nuevas características. Y aunque pueda asociarse con una estrategia de ventas para conducir la demanda en favor de dispositivos nuevos, no necesariamente es así. Hay dos ejemplos concretos, uno de ellos es Android KitKat, que redujo la memoria RAM física para optimizar el rendimiento en terminales con hardware más antiguo. Y otro ejemplo es iOS 9, que ha intoducido novedades para facilitar la instalación en dispositivos de 8 y 16 GB.
Por lo tanto, todo apunta a que no, Apple y Google –entre otros- no pretenden dejar obsoleto tu dispositivo, aunque sí pierden rendimiento a causa de una mayor carga de software diseñada para los últimos lanzamientos de hardware. Por otra parte, las nuevas interfaces suponen también una carga más pesada para el terminal, entre otros aspectos que podríamos revisar. Sin duda alguna, como ya adelantábamos, cada actualización supone, en mayor o menor medida, una pérdida de rendimiento. Ahora bien, tampoco podemos olvidar que implican más seguridad y nuevas características, luego en nuestra mano está optar por uno u otro camino.