Locura espacial: agua en las lunas de Urano y Saturno se está comiendo sus anillos
Al igual que nuestro conocimiento científico o la biología, el espacio también “evoluciona”: cambia, muta y muestra nuevas características. El problema y al mismo tiempo la ventaja, es que es tan vasto que constantemente estamos viendo estas evoluciones. Y aprendiendo de ellas.
Nuestro sistema solar constantemente nos está mostrando sorpresas. Desde las más cercanas en la Luna o Marte, como otras más lejanas. En este caso en Saturno y Urano. El caso del planeta más alejado del Sol, Urano, es uno de los más recientes. Un nuevo estudio, publicado en Journal of Geophysical Research analizó los datos de la nave espacial Voyager de la NASA, junto con un nuevo modelo informático y ha llegado a la conclusión que cuatro de las lunas más grandes de Urano probablemente contienen una capa oceánica entre sus núcleos y cortezas heladas. Se trata del primer estudio que detalla la evolución de la composición interior y la estructura de las cinco grandes lunas: Ariel, Umbriel, Titania, Oberón y Miranda. El trabajo sugiere que cuatro de ellas contienen océanos que podrían tener decenas de kilómetros de profundidad.
En total, al menos 27 lunas giran alrededor de Urano, y las cuatro más grandes van desde Ariel, con 1160 kilómetros de ancho, hasta Titania, que tiene 1580 kilómetros de ancho. Los científicos han pensado durante mucho tiempo que Titania, dado su tamaño, probablemente retenga el calor interno causado por la descomposición radiactiva. Anteriormente, las otras lunas se habían considerado demasiado pequeñas para retener el calor necesario para evitar que un océano interno se congelara, especialmente porque el calor creado por la atracción gravitacional de Urano es solo una fuente menor de calor.
El reciente estudio, liderado por Julie Castillo-Rogez, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, tendría una respuesta para ello: «Cuando se trata de cuerpos pequeños, planetas y lunas enanas, los científicos planetarios han encontrado previamente evidencia de océanos en varios lugares poco probables, incluidos los planetas enanos Ceres y Plutón, y la luna Mimas de Saturno – explica Castillo-Rogez – . Hay mecanismos en juego que no entendemos completamente. Nuestro estudio analiza cuáles podrían ser estos mecanismos y su importancia para otros cuerpos en el sistema solar que podrían ser ricos en agua pero tienen un calor interno limitado”.
¿Posibilidad de vida?
El estudio revisó los hallazgos de los sobrevuelos sobre Urano que realizó la sonda de la Voyager 2 de la NASA en la década de 1980 y de las observaciones desde Tierra. Los autores construyeron modelos de ordenador con hallazgos adicionales de Galileo, Cassini, Dawn y New Horizons de la NASA (cada una de los cuales descubrió mundos oceánicos), incluidos conocimientos sobre la química y la geología de la luna Encelado de Saturno, Plutón y sus lunas Caronte y Ceres, todos cuerpos helados del mismo tamaño que las lunas de Urano.
Los investigadores utilizaron ese modelo para medir cuán porosas son las superficies de las lunas de Urano y descubrieron que probablemente estén lo suficientemente aisladas como para retener el calor interno que se necesitaría para albergar un océano. Además, encontraron lo que podría ser una fuente potencial de calor en sus mantos rocosos, que liberan líquido caliente y ayudarían a un océano a mantener un ambiente cálido, un escenario que es especialmente probable para Titania y Oberón, donde los océanos pueden incluso ser lo suficientemente cálidos como para mantener vida.
Al investigar la composición de los océanos, los científicos pueden aprender acerca de los materiales que también se pueden encontrar en las superficies heladas de las lunas. Por supuesto, todavía hay muchas preguntas sobre las grandes lunas de Urano, dijo Castillo-Rogez, y agregó que queda mucho trabajo por hacer: «Necesitamos desarrollar nuevos modelos para diferentes suposiciones sobre el origen de las lunas y así guiar la planificación de futuras observaciones”.
Un anillo para dominarlos a todos
Vamos ahora sí con uno de los planetas más característicos del sistema solar: Saturno. De acuerdo con nuevos datos, los anillos más cercanos a este gigante gaseoso están desapareciendo constantemente a medida que son absorbidos por la atmósfera del planeta. La causa todavía es desconocida pero se está utilizando el telescopio espacial James Webb para encontrar una respuesta.
Pero hay mucho que aún no sabemos sobre esta “aspiradora cósmica”. Por ejemplo, no tenemos idea de la edad de los anillos, e incluso es posible que sean relativamente jóvenes: algunos científicos creen que los anillos de Saturno tienen solo 100 millones de años, lo que significa que no existían mientras gran parte de los dinosaurios todavía vagaban por la Tierra.
«Todavía estamos tratando de averiguar exactamente cuan rápido se están erosionando – señaló James O’Donoghue, uno de los autores del estudio – . Actualmente, la investigación sugiere que los anillos solo serán parte de Saturno durante unos pocos cientos de millones de años más. Esto puede parecer mucho tiempo, pero en la historia del universo es una muerte relativamente rápida. Podríamos tener mucha suerte de estar presentes en un momento en que existen los anillos».
El equipo de O’Donoghue sospecha que la radiación solar cambiante durante la órbita de 29,5 años de Saturno puede estar influyendo en la cantidad de material helado que cae hacia la atmósfera superior del planeta.
«Sospechamos que cuando los anillos no estén alineados con el sol, la lluvia de anillos disminuirá concluye O’Donoghue en una entrevista –. Y que cuando estén inclinados para mirar hacia el sol, la afluencia de lluvia circular aumentará. Creo que sería fascinante si el tiempo de vida de los anillos fuera de solo 100 millones de años y que su edad fuera de miles de millones de años ya que significa que evolucionamos justo a tiempo para verlos antes de que desaparezcan«. Aunque para que ello ocurra aún faltan millones de años.