El equipo de astrónomos de la NASA ha confirmado que, próximamente, se unirá a nuestro planeta durante medio siglo una «cuasi-luna». Este cuerpo rocoso estará pegado a la Tierra hasta el año 2083 y seguirá una trayectoria muy cercana a nuestra órbita.
En el plano astronómico, acostumbramos a ver fenómenos que parecen sacados de una película al estilo de Interstellar, pero en este caso va un paso más allá. Lo que os vamos a contar no estará generado a través de IA ni tiene truco: la Tierra contará con una segunda luna durante las próximas décadas, según recoge IOPScience.
¿Hasta cuándo veremos las dos lunas?
Según lo ha confirmado la Agencia Espacial Estadounidense, la NASA, este nuevo cuerpo celeste que nos acompañará hasta el año 2083. Este nuevo visitante cósmico ha sido bautizado como 2025 PN7 y fue detectado por primera vez en agosto de este año, desde un observatorio de Hawai. Según las estimaciones de los astrónomos de la agencia, tiene unos 19 metros de diámetro y podría haber estado ya acompañando a la Tierra durante muchos años, pasando inadvertido por su pequeño tamaño y su débil luminosidad.
Lo mejor de todo no es que se haya descubierto su presencia, sino que todavía nos acompañará durante casi medio siglo, permaneciendo muy cerca de la órbita terrestre. Las cuasilunas son muy poco comunes en el sistema solar, y aunque su movimiento parece seguir a la Tierra, realmente giran alrededor del sol. La diferencia entre estos pequeños cuerpos y la Luna está en que esta última sigue la trayectoria gravitacional de la Tierra, estando atada y acompañándola en todo momento, mientras que la cuasiluna mantiene una trayectoria orbital independiente.
En cualquier caso, la influencia gravitatoria de la Tierra hace que su trayectoria se vea modificada ligeramente, creando un delicado desequilibrio que puede mantener la relación entre ambas esferas durante décadas, hasta que el objeto acabe desapareciendo en el espacio profundo.
La NASA también ha aprovechado para aclarar que el 2025 PN7 no representa ningún peligro, ya que nunca se acercará lo suficiente como para llegar a impactar con la Tierra ni entrar ni siquiera en nuestra atmósfera. Siempre estará mucho más lejos que la Luna, a millones de kilómetros de nuestro planeta, por lo que no hay ningún riesgo de impacto. De hecho, más que una amenaza, es una oportunidad única para estudiar las interacciones gravitatorias entre pequeños cuerpos y planetas. Esto es de vital importancia porque podría dar muchas pistas sobre los orígenes del sistema solar.
Este tipo de fenómenos se antojan como una oportunidad de fábula para comprender la dinámica orbital y los procesos que dominaron la formación de los planetas hace miles de millones de años. Por aquel entonces, eran más comunes que ahora los choques entre cuerpos pequeños y planetas jóvenes, lo que se traducía en capturas gravitatorias y expulsiones que moldearon el actual sistema solar tal y como lo conocemos.
A pesar de que 2025 PN7 tiene un tamaño bastante reducido, durante los próximos años será uno de los focos de atención para los telescopios de nuestro planeta, despertando un gran interés en toda la comunidad astronómica. Si todo transcurre como se espera, esta segunda luna acompañará a la Tierra hasta 2083, momento en el que se irá alejando poco a poco, completando su largo ciclo de convivencia con nuestro planeta.
