El rover Curiosity lleva más de una década explorando Marte y haciendo descubrimientos asombrosos. Después de deambular durante más de un año por el valle de arena Rocknest, el vehículo de exploración marciana está viajando a una nueva región conocida como «boxwork» que arrojará más información sobre nuestro interesante planeta vecino.
El Mars Science Laboratory (MSL), más conocido como Curiosity, es un astromóvil que la NASA envió al planeta rojo con el objetivo de investigar la capacidad pasada o presente de alojar vida en el territorio. A lo largo de la última década, el rover ha recorrido más de 30 kilómetros en la superficie marciana y seguirá sumando más en «boxwork».
Según los científicos, esta nueva área de estudio de Curiosity probablemente necesitó agua subterránea cálida para formarse hace miles de millones de años. El agua es signo potencial de vida, al menos tal y como la conocemos en la Tierra. Si los investigadores están en lo cierto, el laboratorio robótico podría encontrar microorganismos unicelulares antiguos en la región a la que se dirige.
Kirsten Siebach, científica que forma parte del equipo de Curiosity con base en Houston (Texas, EEUU), explica que «los microbios de la Tierra primitiva podrían haber sobrevivido en un entorno similar» al de «boxwork» de Marte. Por lo tanto, es «un lugar emocionante para explorar» con el rover en el que esperan hallar indicios de vida.
Lo que los científicos esperan encontrar en «boxwork»
En la región «boxwork» a la que el Mars Science Laboratory (MSL) está dirigiéndose aportará más datos sobre el asunto. Como ya hemos dicho, el equipo del rover espera descubrir restos de agua subterránea cálida que indicarían que, hace eones de años, podrían haber habido microorganismos unicelulares antiguos en Marte.
Tal y como detalla Siebach en un comunicado, la zona «bozwork» tiene una particular estructura en formas de caja dentro del monte Sharp [como en la imagen de abajo]. Estas podrían haberse formado al filtrarse y solidificarse los minerales de los últimos hilos de agua en las rocas. Con el paso del tiempo, estas rocas erosionaron, pero los minerales permanecieron.
«Estas crestas incluirían minerales que se cristalizaron bajo tierra, donde habría habido más calor y donde fluiría agua líquida salada«, explica Siebach. La hipótesis del equipo de Curiosity es que esto podría ser una señal de microbios.
Curiosity encontró azufre, otro signo de posible vida pasada
El laboratorio robótico Curiosity se lanzó al espacio en 2011, y recorrió unos 566 millones de kilómetros hasta llegar al cráter Gale, en la región Elysium Planitia en Marte. Desde entonces, se ha desplazado más de 32 millones de km por la superficie del planeta rojo en busca de signos que puedan dar pistas sobre si existió vida en algún momento.
Pese a que aún no haya arrojado luz al asunto, el rover encontró azufre puro en el canal Gediz Vallis. Mientras se movía por esa zona marciana, sus ruedas aplastaron el material y, al investigarlo en profundidad, los científicos vieron un lecho de cristales amarillos. Más adelante, se dieron cuenta de que Curiosity estaba rodeado de rocas parecidas, con más azufre y otros materiales.
El azufre puro fue el más preciado de sus descubrimientos, ya que la Tierra los produce de forma natural. Es un elemento que se asocia a los gases volcánicos supercalentados y a fuentes termales, pero también surge de interacciones con bacterias (con la vida).
Dado que la zona de exploración de Curiosity no estaba cerca de un volcán, el azufre puro fue un hallazgo que sorprendió. Sin embargo, este material no es una prueba irrefutable de que hubiese vida en el pasado en Marte, sino que es solo un indicio que da más valor a la hipótesis. De momento, el explorador marciano robótico debe seguir desplazándose por nuestro planeta vecino para indagar más.