El primer experimento humano para controlar el cerebro con chips sale mal y Elon Musk tiene la culpa

El futuro que Elon Musk prometió con Neuralink acaba de sufrir su primer gran tropiezo. Lo que se presentó al mundo como el avance más revolucionario en neurotecnología ha demostrado ser, al menos por ahora, más experimental que funcional. La historia la protagoniza Noland Arbaugh, el primer ser humano en recibir un implante cerebral de Neuralink.
El experimento, porque así es como debe llamarse, no ha salido de la manera en la que los científicos de Neuralink esperaban. El chip ha dejado de responder y, con él, la credibilidad de la tecnología que prometía cambiar el mundo.
Primeras pruebas de Neuralink, ¿fallidas?
Tenemos que viajar a principios de 2024, cuando Elon Musk presentó al mundo al joven Arbaugh, un chico con parálisis que se ofreció como voluntario para proba el primer chip cerebral capaz de leer la actividad neuronal y convertirla en acciones ejecutadas por el propio cuerpo.
La idea era muy ambiciosa. Quería que, solo con pensar, el chico pudiera mover un cursor por la pantalla, escribir mensajes o incluso jugar a videojuegos. La realidad es que lo consiguió durante semanas, gracias a lo que Neuralink ocupó las portadas de los principales medios de todo el planeta.
El problema llegó cuando, a los pocos días, los ingenieros empezaron a ver fallos en el sistema. El chip, conectado por 64 hilos ultrafinos a la corteza cerebral, empezaba a perder efectividad. La razón apuntaba directamente a los electrodos, que empezaron a soltarse del tejido neuronal. Según los informes filtrados por los medios estadounidenses, hasta el 85 % de las conexiones se perdieron en apenas un mes.

El cuerpo de Arbaugh reaccionó como cualquier otro cuerpo: tratando de protegerse. En este caso, generando un tejido que cicatrizó alrededor de los implantes, lo que desplazó los hilos microscópicos que registraban la actividad cerebral. Sin esos puntos de contacto, el chip era poco más que un cuerpo extraño alojado dentro del cráneo.
Neuralink aseguró que se trataba de un fallo que estaba dentro de lo previsto, algo que se consideraba como parte del proceso, pero lo cierto es que el incidente ha puesto en duda no solo la viabilidad del dispositivo a corto plazo, sino la ética que hay tras el desarrollo de estas pruebas. Elon Musk, que suele alardear de cada uno de sus hitos en X, ha guardado silencio y ha restado importancia al fallo, asegurando que se está trabajando en una solución para fijar mejor los electrodos.

Sin embargo, para Noland Arbaugh el golpe ha sido duro. Aunque ha decidido continuar como paciente experimental, sabe que el chip tiene una fecha de caducidad de cinco años. Después de ese tiempo, deberá ser extraído, y lo más probable es que vuelva a quedar incomunicado del mundo digital al que accedía con la mente. Las expectativas estaban por las nubes, y la caída ha sido igual de alta.
Pero esto no es el final de Neuralink, ni mucho menos. Sin embargo, sí marca un punto de inflexión, demostrando que las cosas no son tan sencillas como cuentan los titulares. Conectar un cerebro humano a una máquina tiene muchas implicaciones, y ver cómo se adapta es una de ellas. Pero lo que está claro es que comunicarnos a través del pensamiento todavía es una realidad más utópica que tangible, pero cada vez estamos más cerca.