Los benchmark no mienten. Vale que Intel ha estado promocionando la diferencia entre los i5 e i7 por sus prestaciones, e indicando que la gama más poderosa es ideal para ‘gamers’ y profesionales de la edición de vídeo y proyectos 3D, pero lo cierto es que es interesante optar por los más caros de su catálogo sólo en situaciones muy particulares. En las pruebas de rendimiento -benchmark-, poner a los Intel i5 frente a los Intel i7 es lo que nos puede sacar de dudas, y las diferencias no son tan grandes –en muchos casos- como para que merezca la pena un mayor desembolso.
Según Intel, desde los orígenes de esta metodología para nombrar a su gama de procesadores, los Intel i5 deberían estar diseñados para cumplir con las necesidades de la mayoría de los usuarios, mientras que los Intel i7 están enfocados a entornos profesionales. La diferencia crucial está en la capacidad de HyperThreading, es decir, la capacidad de aprovechar sus núcleos para cálculos en paralelo y no de forma sistemática. A otro nivel, la velocidad máxima de reloj y el número de ‘núcleos’ se iguala en muchos casos o queda escasa diferencia. Sin embargo, en la capacidad para gestionar hilos de forma simultánea, los Intel i7 deberían ser más capaces frente a sus contemporáneos en la gama i5. Pero ¿a quién debería importarle esto, realmente?
Seguramente no deberías gastar más por un Intel i7, quédate con un Intel i5, a no ser que…
Precisamente por esa capacidad de HyperThreading, en el renderizado de datos el Intel i7 es notablemente más capaz que un Intel i5. Esto quiere decir que para el trabajo con vídeo en 4K o para proyectos 3D, la gama más alta de Intel sí puede dar diferencias sustanciales. No tan amplias, sin embargo, en proyectos de vídeo en Full HD, por ejemplo, o con el tratamiento de imágenes y otros trabajos multimedia menos exigentes, donde quizá nos interese más una tarjeta gráfica mejor por el ahorro al comprar un Intel i5. Y en el uso de aplicaciones típicas, como el navegador web o apps de ofimática, las diferencias son tan pequeñas que no merece la pena el sobrecoste.
Pero llega la hora de la verdad. ¿Y si quiero el PC para videojuegos? Entonces, en realidad, volvemos a lo mismo que comentábamos al principio. El sobrecoste de un Intel i7 interesa ahorrárselo y gastarlo, mejor, en una mejor tarjeta gráfica, una memoria RAM más capaz o una placa base que no provoque un cuello de botella. Quizá ese ‘extra’ podemos gastarlo en la fuente de alimentación. El caso es que el trabajo del procesador, en el uso de videojuegos, se cede en su mayoría a la GPU de la tarjeta gráfica dedicada. Hay diferencias, sí, pero no como para que merezca la pena el mayor desembolso.