El precio de las entradas de cine se ha disparado en los últimos años. La llegada de las tres dimensiones a las salas ha supuesto un impulso para la industria, que ha dejado las entradas de estas películas hasta un 30% más caras de las no precisamente baratas entradas normales. ¿Está justificada esta subida cuando algunas películas ni siquiera están rodadas con calidad 3D?
La organización de consumidores FACUA ha publicado un estudio comparativo en el que aborda los que considera «desproporcionados precios de las entradas de cine para las películas en 3D». Según sus datos, una entrada de cine para una película en tres dimensiones un día laborable tiene un precio medio de 9,21 euros en España, lo que supone algo más de 2 euros sobre el precio del resto de películas.
Este incremento en el precio ha sido progresivo en los últimos años, aunque las entradas para películas en dos dimensiones han crecido en mayor proporción. Si en diciembre del pasado año una entrada normal costaba 6,52 euros de media, ahora alcanza los 7,08 euros, lo que supone un incremento del 8,6% en cuestión de meses. Por lo que respecta al cine 3D, el precio actual contrasta con los 8,8 euros que costaba hace solo unos meses.
No obstante, el incremento en el precio no es la única queja que sostiene la organización de consumidores, que señala que «muchas de las películas que se exhiben en 3D no han sido rodadas en este formato, sino tratadas a posteriori, lo que supone en numerosas ocasiones una muy inferior calidad del efecto visual de tres dimensiones». De este modo, en su opinión estamos ante «una auténtica tomadura de pelo a los espectadores», destacando que es «incluso más atractivo» ver las películas en salas donde no se ofrecen con este efecto.
Por este motivo, FACUA reclama tanto a salas como a estudios de cine y distribuidoras «más claridad al anunciar las películas que se proyectan en 3D para que los consumidores puedan diferenciar las que han sido realizadas directamente con esta tecnología». Para lo organización, la exhibición de filmes con este efecto pero que no han sido grabadas con tecnología tridimensional «podría llegar a considerarse una publicidad engañosa«, algo a tener muy en cuenta ante el elevado precio de las entradas de cine.
Asimismo, la organización alerta sobre las condiciones de higiene de las gafas para el visionado 3D. FACUA ha pedido a las salas que garanticen que las gafas que prestan a los usuarios sean «correctamente higienizadas para evitar el contagio de enfermedades oculares«, para lo que reclama un mayor control de las autoridades sanitarias de comunidades y ayuntamientos.
¿Es una tomadura de pelo el cine 3D a más de 9 euros si no se ha grabado específicamente con cámaras tridimensionales? ¿Está justificado este precio en caso de haberse grabado con la tecnología adecuada? Estas preguntas se unen a las abiertas en nuestro anterior debate, en el que preguntábamos si el precio de las entradas se debe mantener estable para todas las películas por igual, ante lo cual la opinión mayoritaria contestó que debe haber una mayor variedad de precios.