Desde hace un mes ha aumentado la preocupación por el mundo por los efectos adversos que podría tener el 5G en las predicciones meteorológicas a pesar de no haber evidencias científicas. Según alertan, las interferencias generadas en esa banda podrían hacer que las predicciones del tiempo fueran tan fiables como en 1980, con un elevado margen de error. Sin embargo, eso no va a ocurrir, y explicamos por qué.
La banda de los 26 GHz para el 5G está generando mucha polémica
El 5G va a operar en varias bandas dependiendo del país o zona del mundo. En el caso de España, las bandas del 5G serán las de 700 MHz, 3,6 GHz y la de 26 GHz, debiendo estar todas operativas antes de que acabe 2020. La de los 26 GHz será la que ofrezca las mayores velocidades gracias a tener una frecuencia mayor, aunque también tendrá menos alcance al tener una menor longitud de onda.
Esta banda opera entre las frecuencias que van desde los 24,25 hasta los 27,5 GHz. En Estados Unidos también se usará esta banda, donde se han subastado ya los bloques entre 24,25-24,45 GHz, y entre 24,75-25,25 GHz. Lo que ha levantado la alerta es que esas bandas están muy cerca de los 23,8 GHz, usada para conocer el tiempo.
Y es que, en esa frecuencia de 23,8 GHz, el vapor de agua emite una ligera señal de radio, la cual es usada por los satélites para detectar los movimientos de agua en la atmósfera y conocer los niveles de humedad incluso a través de las nubes. Esa variable se introduce en los modelos de predicción, y unida a otras como los cambios de presión, ayudan a predecir la formación de nubes y las lluvias. Para medir otros elementos se usan otras frecuencias, como la lluvia (36 a 37 GHz), temperatura (50,2 a 50,4 GHz) y las nubes (80 a 90 GHz). Esas bandas podrían verse afectadas con futuras subastas de frecuencias para telecomunicaciones, aunque de momento no hay ninguna licenciada más allá de los 60 GHz para el WiGig.
Conforme mayor es la frecuencia de una onda, menor es su alcance
Sobre el papel, el hecho de que se use una misma banda para dos o más fines puede generar interferencias. Sin embargo, la realidad es diferente, ya que hay que analizar cómo se propagan las radiofrecuencias. En la actualidad, las señales AM son las que más alcance tienen por operar en frecuencias muy bajas entre los 0,153 y 30 MHz dependiendo del tipo de onda usada.
De hecho, la longitud de onda es tan larga, que pueden llegar a viajar por todo el mundo de noche. Esto es debido a que la ionosfera refleja determinadas frecuencias, por lo que si se emiten desde la tierra, reflejan en el cielo y vuelven a tierra gracias a la gran longitud de onda de esas señales. La ionosfera refleja mejor las ondas de noche que de día por el efecto del sol, haciendo que tengan mayor alcance y se oigan mejor sus señales.
Esto explica también por qué la radio se oye mejor de noche, y si viajáis en coche por la A7 por la costa mediterránea de noche, podéis escuchar emisoras en árabe del otro lado del mar, a pesar de que el punto costero más cercano de África está a unos 150 km en línea recta, estando en el borde de alcance de la radio FM, que opera entre 87,5 y 108 MHz. Por encima encontramos la TDT, que no puede transmitir a más de 64 km por la curvatura de la tierra, y conforme vamos subiendo, el alcance de esas ondas se reduce.
En el caso de la telefonía móvil, el alcance es mucho menor, sobre todo en frecuencias como los 1.800 o 2.600 MHz usados por el 4G. A pesar de ello, estas frecuencias se encuentran muy saturadas, como vemos también con el WiFi en 2,4 GHz, ya que su gran alcance y cualidades la hacen muy atractiva para todo tipo de usos.
Por ello, cada vez se está tornando más a frecuencias de varios GHz que están menos saturadas, como es el caso del WiFi de 5 GHz (al que podría sumarse la de 6 GHz con el WiFi 7). Al haber menos saturación, se pueden utilizar bloques más grandes, ayudando a reducir la congestión de tráfico.
Este es el motivo de que se esté buscando cada vez usar frecuencias más altas con longitudes de onda más corta. Entre los 30 y 300 GHz se encuentra la que se conoce como mmWave, o banda milimétrica, en la que en ocasiones se incluyen también las superiores a los 24 GHz, como la que nos ocupa. Con ellas, se pueden conseguir velocidades superiores a los 10 Gbps sin cable.
Su corto alcance y presencia en la Tierra hará que las previsiones no se vean afectadas
El problema de estas bandas es su cortísimo alcance. Si ya las frecuencias de redes móviles actuales tienen problemas para penetrar paredes u ofrecen problemas de cobertura en ciudades con muchos edificios, en bandas de decenas de GHz esos problemas son aún mayores. De hecho, hay operadores como Verizon en Estados Unidos que se están dando cuenta de los problemas de alcance del 5G en la banda de 28 GHz en la que opera, donde literalmente están poniendo una antena en cada calle, ya que la distancia a la que llega es de apenas unos cientos de metros a la potencia a la que operan.
Además, las antenas pasan un estricto proceso regulatorio, y entre 24,25 GHz y 23,8 GHz hay 450 MHz de margen. Aunque el espectro necesario de margen es exponencial (nada que ver con los 6 MHz en la banda de 700 MHz para evitar interferencias con la telefonía), es un margen suficiente para asegurarse de que no va a haber problemas.
Es este bajo alcance, con una potencia de entre 10 y 20 W, lo que hace que no haya que preocuparse por las interferencias que pueda causar en los satélites. Además, estas antenas se van a desplegar sólo en zonas urbanas, con lo que los propios edificios van a hacer que la propagación sea aún menor. En la actualidad, el 34% de la superficie terrestre tiene cobertura móvil, lo cual supone que en torno al 90% de la superficie del planeta está libre de estas antenas.