El coche autónomo de Google lleva encima del techo una pequeña torre con un sensor láser para detectar la distancia del vehículo respecto a los objetos del entorno, tanto estáticos como móviles. Y este sensor cuesta 75.000 dólares. Otros fabricantes cuentan con sistemas más económicos, pero este ejemplo sirve para darse cuenta de que la inteligencia de un coche autóno no es barata, ni mucho menos. Sin embargo, en el Instituto Tecnológico de Massachusetts han desarrollado una alternativa a este sensor láser que cuesta sólo 10 dólares. Un paso hacia el frente para este tipo de sistemas.
La mayoría de los grandes fabricantes de la industria automovilística tienen programado el lanzamiento de los primeros coches autónomos para el próximo año 2020, y evidentemente no será una tecnología generalizada hasta más adelante. ¿Cuánto tardaremos en ver solo coches autónomos por la calle? Poco seguro que no. En cualquier caso, se prevé que sean bastante más caros, como ocurre con los coches eléctricos, y entre otros motivos porque los costes de fabricación de momento son una importante barrera, si tenemos en cuenta la cantidad de sensores que incorporan y todo el trabajo informático, también, que hay dentro de la ‘CPU’ que controla su comportamiento.
Un salto en el desarrollo de la tecnología de conducción autónoma
La línea de desarrollo actual, como ha demostrado por ejemplo Tesla, no está tan encaminada al hardware de la conducción autónoma, que parece ya una asignatura aprobada por la mayoría, sino más bien en el software de inteligencia artificial. Y aunque los componentes de hardware, entre ellos este tipo de sensores infrarrojos y láser ya están ‘controlados’ por los fabricantes, requieren de este tipo de desarrollos para permitir reducir costes y hacer que la conducción autónoma sea más accesible.
Lo que ha conseguido el Instituto Tecnológico de Massachusetts es, montando un sensor láser en un smartphone, una tecnología con un coste de solo 10 dólares que, en sus líneas más gruesas, funcione similar a Kinect, de Microsoft. La clave es que Kinect tiene problemas con la luz infrarroja ambiente, y este sistema es perfectamente válido para su uso en exteriores. El problema es que, de momento, es solo un prototipo y permite una precisión milimétrica hasta los cuatro metros, pero a partir de cinco metros de distancia el margen de error crece hasta los seis centímetros en adelante.