Patrocinado por ONG Alboan
Un teléfono móvil está construido con muchos materiales, destacando el oro, el wolframio, el estaño y el tantalio (extraído del coltán). Estos minerales se han convertido en los responsables del peor conflicto que ha vivido la humanidad desde la Segunda Guerra Mundial: la inacabable guerra que sufre el este de la República Democrática del Congo, que ya ha terminado con la vida de cinco millones de personas desde 1998 y sólo en 2013 hizo que 1 millón de personas tuvieran que dejar su hogar. Además, ha convertido el Congo en el peor lugar del mundo en el que vivir si eres mujer, con la mayor tasa de violencia sexual del mundo: 100.000 mujeres son violadas cada año.
Diversos grupos armados, incluyendo el ejército regular congoleño, explotan las tensiones en su beneficio con un único objetivo: lograr el control de los yacimientos de estos cuatro minerales, escasos en otras partes del mundo pero abundantes en la región. Para estos grupos armados, resulta fundamental controlar su explotación y posterior venta, ya que el negocio derivado de estas actividades les permite seguir financiando esta guerra terrible e inacabable.
Varias ONG, lideradas por Alboan, han organizado una petición a la Comisión Europea mediante firmas en change.org para romper el vínculo entre “minerales de sangre” y tecnología, pidiendo a la UE que impida la entrada en el territorio común de minerales que estén contribuyendo a financiar conflictos o productos que los contengan. Esto es algo que ya funciona en Estados Unidos, donde la presión ciudadana logró aprobar en 2011 una norma similar.
Aparece reflejado en el artículo 1502 de la ley Dodd Frank, según la cuál se obliga a las empresas a garantizar que en la fabricación de sus dispositivos tecnológicos no han intervenido “minerales de sangre”. Sin esta garantía, ninguna compañía que cotice en la Bolsa de Nueva York puede vender sus productos en suelo americano. Se podría decir, metafóricamente, que los estadounidenses han limpiado la conciencia de sus móviles.
En Europa no es obligatorio eliminar los “minerales de sangre”
En Europa la preocupación es menor y la legislación más laxa, existiendo únicamente una propuesta de auto-certificación voluntaria a la que se podrían adherir alrededor de unas 400 empresas que importan estaño, tantalio, wolframio y oro a la Unión Europea. El problema es que al no ser obligatoria, no puede garantizar la “limpieza” del proceso de obtención de los minerales y las empresas no están muy por la labor de colaborar. Sólo el 4% iniciaron en 2013 las gestiones para asegurar la procedencia de los minerales que importaban.
Por ello, es importarte firmar la petición, algo en lo que se tarda muy poco tiempo y que ayudará a que Bruselas se de cuenta de que tenemos la conciencia limpia y queremos que nuestros móviles también la tengan.