El viaje hasta aquí ha sido intenso. Nos lo hemos pasado en grande con Marvel a lo largo de los años, pero ha llegado un punto en el que ver las series y películas se está convirtiendo en una obligación. Y lo que se ha ofrecido con Invasión Secreta no ayuda. Ahora que ya se ha emitido el último capítulo, podemos decir abiertamente que se encuentra entre lo peorcito de Marvel. Y la decadencia está confirmada.
Iron Man se estrenó en 2008. Marcó el inicio del universo cinematográfico de Marvel que también derivó en una montaña de series de televisión. Algunas, interconectadas oficialmente, otras sin conexión y otras, las de Netflix, que acabaron logrando un gran éxito (menos Iron Fist, qué solo logró provocar dolor de muelas). Pero el índice de saturación ha sido terrible. Y lo peor es que el agotamiento que sufre la audiencia se está viendo combinado con una importante bajada en la calidad de las producciones.
Nick Furia merecía más
En todo momento se dijo que Invasión Secreta sería una serie para el lucimiento de Furia, el personaje al que interpreta el fantástico Samuel L. Jackson. También se avisó, y eso no es algo que se pueda negar, que la producción iba a ser más de espionaje que de superhéroes. Pero el tono se comparó con el de Capitán América: El Soldado de Invierno, la película de 2014, y eso quizá fue raspar demasiado. Porque al final la serie se ha quedado en una trama ligerita que, más allá de un par de giros, no ha tenido mucho que decir.
Al menos, eso sí, Nick Furia tiene un buen nivel de protagonismo y su desarrollo sigue adelante para lo que nos aguarde el futuro con la próxima película del universo: The Marvels. Eso es más que suficiente para que, al menos, te pongas la serie de fondo y veas los episodios disponibles en Disney+.
Caída en picado de Marvel
Disney se obsesionó con llevar Marvel a todas partes para obtener más y más ingresos. Transformó las historias de los cómics en una de las principales bazas de su servicio de streaming, Disney+. Vio que los superhéroes estaban teniendo un gran momento y decidió hincar el diente de la forma más intensa posible: sin preocuparse de si estiraban demasiado el hilo. Y lo estiraron, vaya si lo hicieron. Si intentamos recordar todas las series de Marvel que se han estrenado en streaming, seguro que no nos acordaremos de ellas sin echar un vistazo a la app. ¿Quién se acuerda ahora de Caballero Luna?
Todo el ruido que generaron series como Hulka o Ms. Marvel se acabó quedando en nada. A Ms. Marvel no nos la hemos sacado de la cabeza porque se está potenciando su presencia para su debut cinematográfico, pero si nos preguntan por el nuevo Capitán América o la situación de Bucky, será difícil recordar qué es lo que hicieron en su serie (casi recordamos más que salía Elaine de Seinfeld que lo que les pasó a los personajes).
El problema es producir a granel. No solo ha ocurrido en las series, sino que también se ha reflejado en las películas. ¿Qué ocurre si comparamos las nuevas grandes producciones de Marvel de hace unos años, como Doctor Strange, con algunos de los últimos estrenos? Ni Eternals, ni Shang-Chi, ni algunas de las últimas secuelas, como Thor: Love and Thunder o Ant-Man y la Avispa: Quantunmanía, han estado a la altura. En realidad, han sido bastante decepcionantes. Ahora muchos de esos personajes, que «deberían» haber tenido continuidad, están totalmente en el limbo, esperando a que se dé luz verde a sus secuelas. Pero no hay tiempo, no hay capacidad de aguante por parte del público ni presupuesto suficiente para llevar a cabo todas estas producciones de una manera digna. Y si las realizan, al final la saturación será incluso superior.
El futuro no es optimista
Por eso es la propia Disney la que ha decidido poner freno a la situación, reducir cantidad y pasar a optar por la calidad. Al menos, en teoría. Saben que han abierto mil caminos y mil historias que, en una gran parte, no le interesan a nadie. Tenemos serias dudas, incluso, de que The Marvels vaya a ser una película que genere interés, porque la Capitana Marvel, Ms. Marvel y Monica Rambeau, no parecen ser tres heroínas que vayan a vender más entradas que personajes como la Bruja Escarlata o Iron Man, por mencionar dos pesos pesados que triunfarían en solitario.
Y luego llegan más películas que ni fu, ni fa, como la primera del nuevo Capitán América o la nueva versión de Blade en la que todo el mundo espera con ganas que Wesley Snipes tenga un cameo. La cruda realidad es que el desinterés por Marvel ha crecido tanto que, en estos momentos, cualquier esperanza de los fans está depositada en una sola cosa: Deadpool 3. Los seguidores esperan que la entrada de los X-Men sea lo que cambie el status quo del universo Marvel actual, que Hugh Jackman use su «poder» para hacer que la gente se emocione de nuevo y que, con ese giro de situación, volvamos a un momento más parecido al de hace años.
Si eso pasa, incluso si Marvel abandona todas esas películas y series en las que había comenzado a desarrollar personajes secundarios, nadie les va a decir nada. Será suficiente con que los integren en alguna entrega cinematográfica de los Vengadores donde haya una marea de personajes que digan «¡mira, estoy aquí!». Al final, solo queremos menos películas, pero mejores. Aunque también es cierto que Marvel está pisando arenas movedizas, porque si acaba fastidiando su as bajo la manga, el de Deadpool y Lobezno, podría enterrar el universo Marvel todavía más.