Un equipo de científicos de la Universidad de Michigan se hizo una pregunta muy sencilla: ¿Es posible que el cerebro humano sea activado por el proceso de morir? Se supone que el cerebro está hipoactivo durante un paro cardíaco, sin embargo se ha detectado actividad en animales… ¿qué significa esto?
Es un relato común a todas en todas aquellas personas que atraviesan una situación cercana (muy cercana) a la muerte. Junto a ver una luz al final de un túnel o verse a si mismo, mientras flotan por encima de la escena, la otra escena habitual es la de ver pasar toda su vida pasa delante de sus ojos. El hecho de que estas historias compartan tantos elementos en común y provengan de personas de diversos orígenes culturales apunta a un posible mecanismo biológico, uno que aún no ha sido desmitificado por los científicos.
Ahora, un equipo de científicos de la Universidad de Michigan ha publicado un estudio en Proceedings of the National Academy of Science (PNAS) en el que intentan responder a una pregunta: ¿Es posible que el cerebro humano sea activado por el proceso de morir?
Se supone que el cerebro está hipoactivo, es decir con muy poca o casi nada de actividad. durante un paro cardíaco. Sin embargo, los modelos animales de paro cardíaco y respiratorio demuestran una oleada de oscilaciones gamma y conectividad funcional en el cerebro. Para investigar si estos hallazgos preclínicos se traducen en humanos, los autores liderados por Jimo Borjigin, analizaron las señales de electroencefalograma y electrocardiograma en cuatro pacientes moribundos en coma, antes y después de la retirada del soporte ventilatorio.
Cuando se les quitaron los ventiladores, dos de los cuatro pacientes, una mujer de 24 años y una mujer de 77 años, vieron aumentos en sus frecuencias cardíacas, así como aumentos repentinos de ondas cerebrales en la frecuencia gamma.
¿Sigue consciente nuestro cerebro?
Estudios anteriores también encontraron picos en las ondas gamma en algunas personas cerca del punto de muerte, pero el estudio del equipo de Borjigin fue más allá al examinar con mayor profundidad qué partes del cerebro se iluminaron, con la actividad detectada en la «zona caliente cortical posterior», compuesta por los lóbulos temporal, parietal y occipital, que están asociados con cambios en la conciencia.
“Abordamos este problema analizando los electroencefalogramas (EEG) de cuatro pacientes moribundos antes y después del retiro clínico de su soporte ventilatorio – explican los autores en el estudio – y encontramos que la hipoxia global resultante estimuló notablemente las actividades gamma en dos de los pacientes. El aumento de la conectividad gamma fue local, dentro de las uniones temporo-parieto-occipital (TPO), y global entre las zonas TPO y las áreas prefrontales contralaterales. Si esta parte del cerebro se enciende, eso significa que el paciente está viendo algo, puede escuchar algo y puede sentir sensaciones fuera del cuerpo. Si bien los mecanismos y el significado fisiológico de estos hallazgos aún no se han explorado completamente, estos datos demuestran que el cerebro moribundo aún puede estar activo. La evidencia sugieren la necesidad de reevaluar el papel del cerebro durante un paro cardíaco”.
Las ondas gamma son un tipo específico de ondas cerebrales que se cree que contribuyen a la percepción consciente. Se detectan en estados de vigilia y se cree que su presencia está vinculada también con la atención y con la gestión de la memoria.
No está claro por qué dos de los pacientes experimentaron estos signos potenciales de «conciencia encubierta» mientras que dos no, aunque Borjigin especuló que su historial de convulsiones podría haber preparado sus cerebros de alguna manera. Debido al pequeño tamaño de la muestra, los autores advirtieron contra hacer inferencias de gran alcance. Además, no es posible confirmar que los pacientes realmente hayan tenido visiones, ya que no vivieron para contarlo.
Pero la conclusión de los pacientes es interesante como mínimo: “Más importante aún, este estudio reveló en el cerebro humano moribundo una activación que también se observa en el cerebro humano sano durante la vigilia, el sueño y en pacientes con convulsiones durante las alucinaciones visuales”. Puede que no veamos nuestra vida, pero sí alucinaciones que se parecen a ello. Lo que está claro es que se necesita una muestra mayor de estudios para responder a esta pregunta.