La fibra óptica es parte del futuro de las telecomunicaciones. Aunque esta afirmación pueda parecer absolutamente cierta a agentes del sector, otras voces creen que no es necesario acelerar su despliegue dada la situación económica de crisis por la que atraviesan algunos países en Europa y porque consideran que no existe una demanda real de estas conexiones.
El debate sobre la necesidad de acelerar el desarrollo de redes de nueva generación se reabre en Europa. Mientras unos sostienen que la repercusión económica que tendrá el despliegue será muy positiva a largo plazo, otras posturas más cortoplacistas insisten en el impacto negativo de esta elevada inversión a día de hoy.
Un ejemplo de esta última postura es el punto de vista aportado por Tim Worstall en Forbes. Aunque su opinión se cierne al caso de Reino Unido, este caso cuenta con grandes similitudes en otros países de la Unión Europea, cuyo objetivo para 2020 es que los usuarios naveguen a 30 Mbps como mínimo y que la mitad de ellos accedan a 100 Mbps. En su artículo se apoya en un informe que confirmaría que la repercusión positiva de la banda ancha de alta velocidad es mucho menor a lo que se suele asegurar en los medios.
Asimismo, habla sobre las necesidades reales en la actualidad y pone de nuevo el ejemplo del país británico. En 2011 la cobertura en Reino Unido de banda ancha ultrarrápida era del 60%. Sin embargo, solo el 6,6% de quienes accedían a Internet lo hacían a esta velocidad, un porcentaje que considera muy bajo para que pueda repercutir positivamente en la economía. «La velocidad de Internet no es la que produce crecimiento económico, sino la gente que usa Internet», afirma, señalando que a los únicos que importa la banda ancha ultrarrápida son demasiado pocos. Dado que, además, otras tecnologías como el LTE permiten el acceso a alta velocidad, Worstall considera un «enorme gasto de dinero» cablear todo el país para ofrecer 100 Mbps.
La otra visión: una apuesta por el futuro
En un punto totalmente opuesto está el FTTH Council Europe, que ve imprescindible que los países de la Unión Europea no den marcha atrás en su intención de desplegar de forma masiva las conexiones de fibra óptica. Para ello intenta desmontar los argumentos de quienes critican los objetivos de la Agenda Digital Europea.
Por un lado se apoyan en sus estudios para subrayar que la aceptación de conexiones de alta velocidad «es cuestión de tiempo». «Aquellos consumidores que han experimentado el ancho de banda de alta velocidad y la calidad de los servicios son muy fieles a los servicios», señalan. Sobre el argumento que asegura que no hay servicios en la Red que requieran 100 megas desde esta organización se recuerda la evolución tecnológica. «Hace 10 años, los usuarios no conocían ni el HDTV por encargo», ejemplifica y explica que «en un futuro cercano, los consumidores europeos demandarán servicios generalmente disponibles en otras partes del mundo».
Coste menor al estimado habitualmente
Sobre el supuesto alto coste que supone esta inversión, el FTTH Council Europe se remite a su propio modelo de proyecto de coste, que utiliza «cálculos de costes ascendientes de proyectos de fibra ya existentes y documentación real geográfica». «Distribuir fibra a casi todos los hogares europeos costará menos de la mitad de muchas otras estimaciones de coste: solo 200.000 millones de euros. Este número es mínimo si lo comparamos a los 80.000 millones que gastó Alemania sola en las infraestructuras de telecomunicaciones en los últimos 10 años», indican.
Por último, insisten en la repercusión positiva que tendrá en la economía de la UE una fuerte inversión en fibra, citando ejemplos como «aplicaciones y los servicios relacionados con la asistencia sanitaria, el teletrabajo y el entretenimiento doméstico«. «Cada incremento del 10% en la penetración de la banda ancha genera un incremento del 1% en el PIB. Por cada 1.000 nuevos consumidores finales, se crean 80 nuevas oportunidades de trabajo», señala en contraposición al primer argumento que hemos citado.
Así pues, la última postura es una clara apuesta por la inversión a largo plazo dada la repercusión positiva que tendrá la banda ancha de alta velocidad en unos años. Por el momento, al menos en el caso de España, los operadores e instituciones parecen más partidarios de esta posición, tal y como demuestra la fuerte inversión que llevará la fibra óptica hasta 10 millones de hogares en 2015 y que podría acelerarse con mayor colaboración en los próximos años.