Mucho ha llovido desde que, al calor de la liberalización del sector de las telecos, nacían, en los últimos años 90, los operadores de cable locales. Ono en Valencia, R en Galicia, Telecable en Asturias y el rey de todos ellos, Euskaltel en el País Vasco. Un operador pegado al terreno que ha sabido generar el arraigo suficiente para dominar con claridad en la Comunidad Autónoma.
Nacían con capital local y socios de la tierra, entre ellos casi siempre cajas de ahorros y grupos de comunicación, lo que les garantizaba, además, una excelente cobertura mediática que ensalzaba sus inversiones y la liquidez suficiente para acometer el despliegue de infraestructura. Años después, el poderoso dinero dejaba estos operadores en manos de fondos extranjeros, y, aunque mantenían sus marcas comerciales, comenzaban a perder parte del sabor local que les definió como operadoras de cable locales en sus inicios.
Ono, como sabemos, forma parte de Vodafone desde el año pasado, después de que el gigante móvil británico invirtiera en ella más de 7.000 millones. Gracias a este movimiento corporativo, la operadora británica dispone de la segunda red de banda ancha ultrarrápida más importante en España. Esta semana hemos visto dos importantísimos movimientos en los operadores de cable que quedaban, las llamadas cableras del norte. Primero Euskaltel daba el paso de hacerse con la gallega R. Y ayer mismo, Telecable, el operador asturiano, pasaba a manos británicas, concretamente a las de Zegona Communications, un fondo constituido por ex directivos de Virgin. Los vendedores, el grupo Carlyle y Liberbank, propietarios de Telecable desde 2011.
Telecable era –ya no lo es- un operador fuertemente vinculado a Asturias y nacido con una vocación local y de servicio público muy clara. En su primer accionariado, dos de las entidades emblemáticas de la región: Cajastur y el grupo Prensa Ibérica, editor de La Nueva España, no sólo el diario más influyente de Asturias, sino ya casi podría decirse que el único que queda. Por si fuera poco, gracias a esa vocación de servicio con la que nacía, Telecable ha recibido en numerosas ocasiones ayudas públicas para el despliegue de su red de cable, incluida una partida de subvenciones procedentes de fondos de ayuda a la minería. Por ejemplo, la famosa red «Asturcón» permitió que los asturianos navegaran a velocidades de 100 megabits antes que en zonas urbanas Madrid o Barcelona.
Cuando se cumplen 20 años desde su fundación, Telecable cambia de dueño y lo hace generando plusvalías importantes a los principales accionistas. No sabemos si veremos una fusión con Euskaltel en el futuro o Vodafone decide dar un paso adelante la realidad es que la operadora asturiana cierra este ciclo con 170.000 clientes y casi 1.000 empleados. Como en toda operación corporativa, puede que haya ajustes pero como siempre habrá que esperar.
¿Y los clientes?
No se esperan cambios a corto plazo, de hecho los procesos de adquisición son largos y tediosos por lo que no veremos movimientos al menos hasta 2016. La pregunta es, ¿Veremos a Telecable salir de Asturias? Extremadura siempre ha estado en su punto de mira pero nunca ha llegado a producirse el desembarco.