Cuando navegamos por Internet, en ciertos portales podemos comentar o actuar como «Anónimos», lo que provoca que muchos usuarios actúen de forma desagradable, e incluso en algunos casos constituyendo actos delictivos. Ahora bien, que aparezcamos de forma pública como anónimos no quiere decir que en realidad lo seamos. De hecho, siempre que hacemos algo en Internet dejamos rastro. Os enseñamos cuál es el rastro que dejamos en Internet y puede delatarnos.
Hay quien pulula por Internet ajeno a toda ley sembrando todo foro y página web de comentarios ofensivos. Alegre él, que se cree que Internet es un juego de niños en el que ponerse unas gafas de sol es sinónimo de esconderse de la vista de los demás. Lo siento, cuando te pones unas gafas de sol todos seguimos viéndote. Como adelantábamos, aunque te hagas pasar por «anónimo» en la red, en realidad hay mecanismos para identificar perfectamente a un usuario el cual, parece, no ha dejado ningún rastro de identidad.
Se llama dirección IP y es una herramienta básica de identificación de un equipo a través de su proveedor de Internet. Cada vez que entramos en una página web y actuamos por la misma, los servidores de ésta almacenan un archivo de registro con nuestra dirección IP y la fecha y hora exacta de actividad. De esta forma, cuando una actividad maliciosa es detectada, se puede consultar a qué proveedor de Internet pertenece la dirección IP y que este nos facilite la identidad del usuario.
El anonimato en Internet existe, pero es más complicado conseguirlo
También hay sombras en Internet, evidentemente, y es posible conseguir una navegación anónima. Ahora bien, para ello hay que utilizar herramientas más complejas como una red privada virtual. Gracias a estas, nuestra dirección IP se oculta. ¿Cómo? Fácil, lo que haremos será navegar con un «intermediario» que mostrará, al resto de servidores, su IP propia en lugar de la correspondiente a nuestro dispositivo con que estamos navegando.