La función oculta de Windows para cambiar la tasa de refresco de la pantalla en tu PC
Gran parte del éxito de Windows como sistema operativo para ordenadores se debe a la amplia variedad de funciones que tiene para personalizarlo y adaptarlo a nuestras necesidades. Por ejemplo, puedes cambiar la tasa de refresco de la pantalla desde la configuración del PC. De este modo, puedes optimizar la experiencia de juego o de diseño gráfico o simplemente disfrutar de un uso más fluido y cómodo del dispositivo.
La tasa de refresco es la cantidad de veces que una pantalla actualiza la imagen que muestra en un segundo. Su unidad de medida es el hercio (Hz) y, comúnmente, las pantallas tienen una frecuencia que oscila entre los 60 y los 144 Hz. Es importante que la cifra de refresco sea alta, ya que eso afecta a la fluidez visual. Esta característica se aprecia sobre todo al jugar videojuego o ver animaciones o vídeos con acciones rápidas.
Aunque todavía hay monitores que solo muestran hasta 60 fotogramas por segundo, los usuarios solemos decantarnos por PC más capaces. Si tu ordenador cuenta con Windows 11, es posible que te hayas llevado una decepción con la tasa de refresco y que sea más baja de lo prometido en algunos casos. Eso se debe a que, por defecto, el software ajusta los hercios de la pantalla dependiendo del uso que le des. Eso se debe a que, cuanto más alta sea la tasa de refresco utilizada, se requiere de más rendimiento, se consume más energía y se realiza un mayor desgaste del equipo. Sin embargo, el sistema operativo de Microsoft te permite cambiar la configuración para dejar la frecuencia al máximo en todo momento.
Fijar una tasa de refresco en tu PC
Tanto si quieres bajar la tasa de refresco para primar la energía del PC como si te interesa subirla para mejorar la fluidez visual, puedes hacerlo manualmente. Por defecto, este ajuste se realiza de forma automática. Pero puede que no te convenzan las decisiones que toma Windows 11 y, por eso, existe la opción de modificar la característica por tu cuenta.
El primer paso para hacerlo es entrar en la configuración del ordenador. A ella podemos acceder a través del buscador de Windows que encontramos en la barra inferior de la pantalla. Simplemente, escribe «configuración» y el dispositivo te enseñará la opción que debes seleccionar. Un atajo del teclado, para dirigirte más rápido, es pulsar las teclas de Windows + I a la vez.
Una vez dentro, asegúrate de estar en el apartado de «Sistema» y busca la sección «Pantalla», que es la que nos interesa en este caso. Desliza hasta abajo hasta dar con la opción «Pantalla avanzada«. Desde ahí, podrás elegir la frecuencia de actualización que desees.
Tal y como indica Windows 11, «una tasa más alta proporciona un movimiento [de pantalla] más suave, pero también utiliza más energía». Una mejor alternativa es activar la función «Frecuencia de actualización dinámica«. En este caso, el sistema te ayudará a ahorrar energía cuando te estés quedando con batería.
Cabe señalar que hay ordenadores con una tasa de refresco fija. Eso quiere decir que no podrás escoger una cantidad de hercios diferente a la que ya esté aplicada por defecto. Por lo general, suele ocurrir en los casos en los que el PC tiene un panel con una frecuencia de actualización máxima bastante baja, de 60 Hz. Para que la experiencia del usuario no empeore, no puedes bajar la cantidad de veces por segundo que se actualiza una imagen.
Si tras cambiar la tasa de refresco de tu ordenador Windows 11 no te convence el resultado, siempre podrás volver sobre tus pasos y volver a los ajustes anteriores. Sigue el procedimiento que te hemos detallado en este artículo y recupera la configuración que tenías por defecto en tu PC a la que te habías acostumbrado.