Desde el Ministerio de Industria, y en concreto su titular, José Montilla, deberían plantearse alguna medida si no quieren que el órgano regulador de las telecomunicaciones en España pierda el prestigio que le ha caracterizado hasta ahora. Y es que, tras el traslado de la CMT a Barcelona, Reinaldo Rodríguez, con la ayuda de su número dos al frente del regulador, se han lanzado al ataque sobre el mercado de las telecomunicaciones.
El resultado: las decisiones de la CMT no convencen a nadie, la regulación de las telecomunicaciones en España es cada vez más intervensionista y sólo se ha conseguido que todo el sector, casi sin excepción, esté «levantado en armas». En resumen que la CMT primero aumenta la brecha digital e impide a Telefónica actuar en las zonas que no exista competencia..
Quizá por un sentimiento de tener que imponerse a costa de lo que sea necesario para justificar su existencia, la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) no hace sino poner en práctica lo contrario de lo que teóricamente predica. Y en lugar de garantizar el desarrollo del mercado bajo las propias leyes de la competencia, cada vez se proponen nuevas medidas regulatorias, que afectan directamente y constriñen la actividad de los operadores que más están invirtiendo e impulsando a largo plazo el desarrollo del sector. Si hace unos meses, la CMT consiguió convencer a la Comisión Europea de la necesidad de favorecer –mediante una intervención regulatoria– la entrada de los Operadores Móviles Virtuales en el mercado español, ahora el órgano regulador español pone también en duda la competitividad en el negocio del ADSL y propone a la Comisión Europea reforzar y ampliar la regulación mayorista que afecta al operador incumbente, Telefónica.
Una política disparatada que, en lugar de incentivar el compromiso de los operadores en el país, puede traer amargas consecuencias, ya que con decisiones como éstas se pone en juego la capacidad inversora de las empresas y la apuesta por la innovación permanente, con la posible pérdida de puestos de trabajo y el mayor retraso del país en la carrera hacía la Sociedad de la Información que ello conlleva.
Estas dudosas decisiones son impulsadas especialmente por Joaquín Osa, el principal artífice de estos ataques a las grandes operadoras. Por cierto, que no debemos olvidar que Osa fue «cocinero antes que fraile», es decir, uno de los que intentó enriquecerse desde negocios que pretendían usar las redes ajenas y sin comprometer inversión. Así, formó parte de la alta dirección de Aló Comunicaciones, una compañía que no consiguió despegar en el mercado español, y estuvo también al frente de la plataforma Promóvil, que reunía a pequeños operadores alternativos conocidos como «parásitos» de las telecos. Un caso paradigmático, pues ahora se ha convertido en el ‘ogro’ de las grandes operadoras.
Como guinda, la CMT no ha dudado en filtrar el contenido del último informe remitido a Bruselas a dos medios de comunicación –Cinco Días y El Mundo– que son especialmente beligerantes contra el exoperador incumbente en España. Una muestra más de su estrategia de ataque y de su intención de predisponer a Bruselas contra la compañía española.