Cómo sé cuándo es mejor pedir un préstamo o usar mi tarjeta de crédito para una compra grande
Cuando nos enfrentamos a una compra de gran valor, siempre podemos acudir a las tarjetas de crédito o a los préstamos personales para evitar descapitalizarse. Pero, ¿qué debemos tener en cuenta antes de decantarnos por una u otra opción?
Si estás valorando la compra de un producto con un valor superior al de tus compras habituales, probablemente hayas pensado en la opción de financiar la misma y fraccionar el pago en varios plazos. De este modo, evitas tensiones innecesarias en tu economía doméstica y tienes una mayor tranquilidad, puesto que no te descapitalizas en ningún momento.
Pero, ¿es mejor realizar el pago con una tarjeta de crédito u optar por solicitar un préstamo personal que nos permita obtener la liquidez que necesitamos? Esta es una duda bastante común, pero existen importante diferencias entre ambos métodos de pago que pueden tener un gran impacto en el precio final. Te lo contamos a continuación.
Cuándo pagar con un préstamo personal
Si somos clientes de una entidad bancaria y tenemos una cierta trayectoria con ella, es normal que en la propia aplicación aparezcan mensajes de vez en cuando informándonos de que tenemos un préstamo personal preconcebido por una cierta cantidad. Los bancos nos prestan una determinada cantidad de dinero en una única transferencia con unas condiciones de devolución concretas: como es el caso del número de cuotas, el importe de las mismas, los intereses y los posibles gastos extra. Si sumamos todo lo anterior, obtendremos el coste total de dicho préstamo.
La principal ventaja con respecto a las tarjetas de crédito es que suelen tener un interés mucho más atractivo. Además, desde el primer momento podemos tener controlado el coste extra que supone solicitar una cierta cantidad de dinero prestada. Por lo que podemos tener una mejor planificación económica.
En el caso de las tarjetas de crédito
La principal ventaja de las tarjetas de crédito es que estas tienen un límite disponible que está concedido en base a nuestra situación financiera. Por lo tanto, podemos hacer uso de ellas en cualquier momento, incluso cuando no lo teníamos previsto inicialmente. Evitando los trámites administrativos que sí que tenemos con los préstamos personales.
Como ya hemos anticipado, es bastante habitual que el interés a pagar sea superior al de los préstamos personales. Por lo que lo más recomendable es que las utilicemos únicamente en caso de emergencia.
Sí que es importante conocer que durante los últimos años, muchas tarjetas de crédito permiten aplazar cualquier pago en dos o tres meses sin intereses. Por lo que debemos analizar cuáles son las condiciones que hemos firmado con nuestra entidad para comprobar si, efectivamente, vamos a poder hacer lo propio.
Los préstamos personales, por tanto, son recomendables para realizar una compra que tuviéramos planificada y que queramos tener el mayor control posible sobre el coste de dicho préstamo. Al no ser tan flexibles como las tarjetas de crédito, tenemos toda la información bien explicada antes de realizar la firma de la concesión del préstamo en cuestión.
Por su parte, las tarjetas de crédito son recomendables siempre y cuando tengamos en cuenta que el crédito que nos ofrecen tiene un interés bastante superior, por lo que si queremos devolver la compra en varios plazos, terminaremos pagando mucho sobreprecio. Lo ideal es que las utilicemos si los beneficios que nos ofrecen nos compensan: permitiendo pagar varios plazos al 0% de interés u ofreciéndonos puntos de fidelización que, a posteriori, podemos utilizar en otro comercio.