¿Coches de nueva generación o gasolina? ¿Motor eléctrico o convencional? Son diferentes y eso es algo fácil de percibir, pero realmente no todo queda ahí, hay distintos factores que diferencian a un propulsor y a otro, características que van más lejos de la alimentación. Desde su potencia, eficiencia, mantenimiento, conservación… y, por supuesto, su actitud medioambiental.
A pesar de que en el último tiempo la situación de los vehículos eléctricos se ha hecho mucho más conocida, lo cierto es que todavía existen muchas dudas al respecto, especialmente entre las que pueden ser sus diferencias en cuanto al motor eléctrico y el convencional. Esto es el aspecto más importante para distanciarlos, puesto que cada vez más personas se deciden por decantarse hacia un vehículo u otro.
Como funciona un motor convencional y otro eléctrico
La velocidad, la eficiencia y el impacto sobre el medio ambiente son factores característicos entre los coches de combustión y los eléctricos. Pero, a medida que la tecnología avanza, las diferencias entre estos automóviles son más evidentes. En primer lugar, cabe destacar que el funcionamiento del mismo motor no se asemeja en ningún caso, sobre todo porque la metodología varía bastante.
Es así que para referirnos a un motor convencional frente a uno eléctrico, encontramos que su puesta en marcha es a partir de una mezcla entre aire y combustible. Ahí tienen que ver los cilindros, donde se inyecta esa mezcla mientras baja el pistón. Cuando el pistón sube dentro del cilindro, comprime la mezcla, que explota gracias a la chispa de la bujía. Es entonces cuando el pistón baja y se produce la combustión. Finalmente, los gases quemados son expulsados cuando el pistón sube, que hace girar el motor.
Ahí viene entonces la cilindrada, la cual se refiere como la suma del volumen útil de todos los cilindros, que es la que nos da una orientación de la capacidad de trabajo del motor. Ahí entra la cilindrada unitaria, que está expresada en centímetros cúbicos. En el caso de encontramos con un motor de una cilindrada unitaria de 500 cc y estamos frente a un 6 cilindros, la cilindrada total del motor será de 3.000 cc o 3.0 litros.
Mientras, en lo que tiene que tiene que ver con un motor eléctrico ante uno convencional, se refleja en que no hay ni chispa, ni combustible que hagan explotar ninguna mezcla. Por tanto, su metódica se hace bastante más simple. Así, un coche eléctrico funciona con un conjunto de bobinas y trabaja con inversión de campos magnéticos.
Pros y contras de ambos motores
En la actualidad, los conductores se decantar por un coche u otro buscando que éste consuma y contamine menos, así como que no aumente el impuesto de circulación. En muchos casos podemos continuar con un coche diésel o gasolina, pero también inclinarnos por cambiarnos al coche eléctrico. Y esto es algo que cada vez más interés tiene entre los usuarios.
De hecho, en términos de popularidad, desde que el motor eléctrico diera el salto son muchos los que ven una alternativa mucho más favorable que los convencionales de combustión. Esto, entre otros motivos, porque los de nueva generación transcurren con un efecto medioambiental al que los primeros no se pueden acercar.
Esto produce varios aspectos que han hecho ganar terreno a los electrificados. Por supuesto, éstos no están exentos de contratiempos (autonomía en desarrollo, precios elevados, redes de recarga…). Pero aquí los de combustión son los que más problemas están teniendo. Uno de ellos es que, además de esa energía, el combustible se convierte en energía térmica y se pierde en forma de calor. Además produce otros elementos, como gases y partículas derivadas de esa combustión. Eso es lo que lo ha convertido en un sistema muy poco popular y ha sido esto lo que ha propiciado la aparición y popularización del motor eléctrico. Un sistema más limpio, sin residuos directos y que poco a poco está adquiriendo presencia en el mercado.
Eficiencia
En motores tradicionales o motores de combustión interna -diesel o gasolina-, la eficiencia que se suele alcanzar es de un 25% aproximadamente. Es decir, de cada euro de combustible que ponemos, sólo 25 céntimos sirven para mover el coche. Es entonces cuando vemos que el resto de esos 75 céntimos son pérdidas por calor. Mencionando que la energía no se destruye sino que se transforma, la energía química del combustible se transforma en energía mecánica (25%) y energía térmica (75%).
En el caso de los motores eléctricos, la eficiencia aumenta considerablemente. Actualmente muchos casos se encuentran superando incluso el 90%, sobre todo porque esas pérdidas de calor se reducen considerablemente al disminuir los rozamientos de piezas móviles.
Otra gran difernecia entre un motor eléctrico y el convencional, y del que el primero gana ampliamente la parida, es que se tratan de motores más sencillos, ligeros y con mejor relación peso/potencia. De este modo, y distanciándose con respecto a los anteriores, la energía eléctrica almacenada en las baterías se convierte en energía mecánica (90%) y energía térmica (10%).
Consumo
Probablemente, una de las claves más importantes que, a día de hoy, todavía hacen porque haya clientes que opten por elegir a los motores de combustión frente a los de nueva generación. Así, como hemos visto, un coche eléctrico se observa más eficiente, pero tiene un consumo que los aleja. Bien es cierto que este tipo de propulsores están en una constante evolución, pero del que en ese sentido la diferencia hace inclinar la balanza por los primeros.
Lo vemos, por ejemplo, con modelos como los dos Peugeot de la familia 2008. Aquí, el Peugeot BlueHDi de 130 CV (96 kW) consume 4,9 l/100 km. Al tiempo que el PureTech de 130 CV (96 kW) ofrece un consumo medio WLTP de 5,8 l/100 km. El método se hace al saber que cada litro de gasolina que se quema arroja una energía de 9,6 kWh, lo que ofrecerá una potencia de 9,6 kW durante una hora.
Contaminación
Esto es algo que ha hecho ganar, ampliamente, al que puede ser un motor eléctrico frente a uno convencional. Así, con el coche de nueva generación como protagonista, tampoco es una sorpresa que gane nuestro utilitario con batería eléctrica. Teniendo en cuenta que los vehículos eléctricos son 0 emisiones, su principal distancia es el que el anterior un coche de combustión emite 118,4 gramos de CO2 por kilómetro.
O lo que es lo mismo: en nuestros viajes, emitiría entre 45 a 47 kilogramos de CO2 a nuestra atmosfera. De la misma forma, ya no sólo gana el motor a la hora de su funcionamiento en el coche, sino que aquí también lo hace desde su nacimiento, como es el impacto de la extracción de recursos para las baterías.
Según un estudio elaborado por la Federación Europea de Transporte y Medio Ambiente, un vehículo eléctrico con una batería producida en Suecia y utilizado también en este país puede emitir un 80% menos de CO2 que uno de combustión en toda su vida útil. Esto desde la extracción de las materias primas para su producción. Si ponemos el foco en España, el análisis indica que actualmente un coche eléctrico emite a la atmósfera un 67% menos de dióxido de carbono que un modelo comparable de combustibles fósiles.
Mantenimiento y conservación
Al mismo tiempo que los coches de motor eléctrico tienen un mejor impacto medioambiental y de eficiencia, frente a un todavía peor consumo ante los convencionales, hay otra muestra que diferencia ampliamente a un tipo de reactor y otro. Y es todo lo relacionado con el mantenimiento y conservación que requieren los mismos.
Así, los coches de combustible requieren de un complicado mantenimiento, como la mecánica y la ciencia detrás de sus funciones esenciales, mientras que los eléctricos no poseen motores y sistemas complejos. En este caso, la relación calidad-precio es un verdadero beneficio, ya que los costos de mantenimiento serán menores en los motores eléctricos.
Distancia recorrida
Por último, la cantidad de kilómetros que los dos coches pueden cubrir es muy diferente. Algo que se traslada, hoy por hoy, como un todavía mayor beneficio en pro de los coches de gasolina y otros vehículos basados en combustibles fósiles. En su caso, y a distancia de lo que puede ocurrir en los más modernos, estos pueden funcionar durante mucho más tiempo que su contraparte eléctrica.
Esto se debe principalmente a que la batería eléctrica necesita ser recargadas después de unos 250-300 kilómetros (en el mejor de los casos), mientras que con un motor de combustible tradicional se puede hacer cientos de kilómetros con un tanque lleno.