La adicción a Internet que sufren algunos adolescentes nos deja un llamativo y peligroso caso. Una joven encontró la solución a la restricción de horario que habían impuesto sus padres para que accediese a la Red en drogar a éstos con el fin de estar más horas conectada.
Controlar el tiempo que los jóvenes pasan conectados a Internet se ha convertido en los últimos años en otra tarea a la que acostumbran gran parte de las familias de todo el mundo. Los contenidos que circulan en la Red son considerados en ocasiones no aptos para sus hijos por parte de muchos padres. Igualmente, el estar frente al ordenador u otros dispositivos durante demasiado tiempo es visto como un potencial riesgo para que descuiden sus estudios, sin obviar los potenciales casos de acoso virtual.
Por este motivo, algunas familias optan por restringir en horario la conexión a Internet de los más jóvenes del hogar para disgusto de algunos de ellos. Tal fue el caso de una joven adolescente de 15 años de Sacramento (California), quien recurrió a un método extremo para saltarse el control al que le sometían sus padres. Este no era otro que prohibir que se conectase a la Red más allá de las 10 de la noche.
Según leemos en Europa Press, la adolescente, junto a otra amiga de su edad, optó por introducir somníferos en los batidos que tomaron sus padres en un restaurante con el fin de drogarles y dejarles aturdidos. Los medicamentos surtieron efecto y las jóvenes pudieron acceder a la Red durante horas, sin que haya trascendido el contenido de sus visitas en Internet durante este tiempo.
Los síntomas de aturdimiento de los padres al día siguiente les resultaron sospechosos y no dudaron en realizar un control médico que detectase drogas en su organismo. El test fue positivo y acudieron a la Policía para denunciar la situación. Horas después tuvieron constancia de que había sido su hija la responsable de sus problemas, aunque por ahora no sabe si presentarán cargos contra ésta y su amiga.
Aunque la situación no deja de ser anecdótica y excepcional, pone de relieve el punto al que algunos jóvenes son capaces de llegar (nada menos que jugar con la salud de sus padres) para acceder a Internet y saltarse así las restricciones de sus padres.