A la hora de elegir componentes del ordenador, nos fijamos en cómo va a afectar el rendimiento comparando el procesador, la tarjeta gráfica, o incluso la memoria RAM. A pesar de ello, ¿es posible que otros componentes del ordenador como la fuente de alimentación puedan afectar al rendimiento del ordenador? Vamos a analizarlo.
Hemos comentado en varias ocasiones que la fuente de alimentación es un componente muy importante del ordenador, pues es quien se encarga de proporcionar energía al resto de componentes. En el caso de que esta falle, algún otro componente del ordenador puede romperse, por lo que es importante elegir siempre una fuente de alimentación de alta calidad.
Fuente de alimentación: no te pases con la potencia
Una tendencia cuando se monta un PC por piezas es elegir fuentes de alimentación de una potencia demasiado elevada, como puede ser cualquier fuente de más de 600 vatios. En mi análisis del Xiaomi Smart Socket pude comprobar cuánto consumía mi PC en reposo y en modo de alto rendimiento, y los resultados me sorprendieron, pues me di cuenta de que había comprado una fuente de alimentación con una potencia demasiado elevada, habiendo podido aprovechar ese dinero en mejorar otros componentes.
Al tener el ordenador conectado al enchufe inteligente de Xiaomi, voy conociendo cómo varía el consumo de mi ordenador. En reposo, con los periféricos conectados, la torre consume 75 vatios, con un Intel Core i7-4770K, una GTX 970, dos SSD, dos discos duros y 16 GB de RAM. Jugando, con la tarjeta gráfica al máximo, son un total de 260 vatios, con la CPU al 50% de uso. Por tanto, hay mucho margen hasta alcanzar los más o menos 750 vatios que da mi fuente Gold, que compré por si en algún momento decidía hacer SLI. Incluso haciéndolo, el consumo del PC en total no llegaría a los 500 vatios.
Comprar una fuente de alimentación con mucha potencia no va a afectar negativamente al rendimiento, aunque no estaremos optimizando el consumo de la misma, ya que el punto de mayor eficiencia de una fuente se alcanza cuando se consume la utiliza la mitad de potencia que ofrece.
Sin embargo, comprar una fuente de alimentación con pocos vatios sí que puede afectar al rendimiento del ordenador. Si la fuente no es capaz de dar toda la energía que demanda el sistema, los componentes no podrán funcionar a pleno rendimiento, e incluso la fuente de alimentación estará soportando más carga y tiene más probabilidades de romperse. Eso si no tenemos en cuenta de que incluso el ordenador se puede llegar a apagar directamente si no le llega la suficiente potencia.
Por tanto, debemos comprar una fuente con cierto margen para que los componentes puedan funcionar con holgura, aunque sin pasarnos en exceso. La fuente de alimentación sólo consumirá la energía que demande el ordenador. Los vatios de la misma son el máximo que pueden llegar a dar, no el consumo que dan en todo momento en tiempo real. La clave está en comprar una fuente con la mayor eficiencia posible, tal y como comentamos en la guía de compra de fuentes de alimentación, antes enlazada. Comprar una fuente de alimentación de mayor potencia tampoco mejorará el rendimiento del ordenador, ya que el consumo de los componentes es el mismo.