Si tienes 100 ó 300 megas, seguramente ni te hayas planteado tener un Internet más rápido, o no tengas problema por perder megas por la conexión WiFi. Pero a estas alturas mantener una conexión de 10 Mbps o menos, evidentemente es un problema para cualquiera. Y de este tipo de usuarios se aprovechan algunos desarrolladores de malware y adware, que con la premisa de acelerar nuestra conexión a Internet, nos impulsan a instalar programas en el ordenador sin conseguir que esto ocurra, pero robando información de nuestro sistema.
El caso descubierto más recientemente es el de Faster Internet. El programa promete optimizar los recursos del sistema para, como dice su propio nombre, acelerar Internet de una forma sencilla. Y efectivamente, es un paquete de software válido, pero el problema viene una vez lo hemos instalado, y cuando se ejecuta para cumplir las funciones que promete. ¿Por qué? porque es en este momento en el que conecta con servidores remotos para la descarga de paquetes adicionales, y con permisos tras haber instalado el software y haber permitido el propio administrador del sistema que haga uso de la conexión a Internet y del gestor de archivos.
Es decir, que de una forma simplificada, lo que hace este adware es instalarse bajo un software legítimo. El problema es que desde su instalación comienza a recopilar información sobre todo el hardware de nuestro ordenador como la placa base, la CPU, la tarjeta de red y demás. Y a partir de aquí es donde comienza el riesgo para el usuario, puesto que además se hacen capturas de pantalla de prácticamente todo lo que hace el usuario con su ordenador. Evidentemente, si por la pantalla pasan datos privados, adjuntos van en la captura de pantalla que se envía a sus servidores.
Si lo anterior ya era un grave riesgo para los usuarios, además hay que sumar que este programa, Faster Internet, hace también un seguimiento de todas las pulsaciones de teclado para recopilar credenciales de acceso a servicios bancarios, por ejemplo, o sencillamente a nuestras cuentas de redes sociales. Este tipo de información, disponible en servidores remotos, muy probablemente se venda en el mercado negro. ¿La deepweb? Por ejemplo.
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