Desde que en los inicios comenzamos a utilizar casi a diario nuestro ordenador, ya fuese en casa o en la oficina, la existencia de virus y todo tipo de software malicioso ha sido una constante temida por muchos, ya que por culpa de este tipo de código nuestra información podría verse comprometida o destruida.
Esto es algo que se acrecentó notablemente tras la llegada de Internet, la banda ancha, los dispositivos móviles o la reciente conexión de todo tipo de productos a la Red. Por todo ello es casi inevitable que de vez en cuando nos veamos invadidos por determinados programas «malignos» que no hacen más que perjudicar el rendimiento del ordenador, bombardearnos con publicidad, secuestrar nuestros datos, etc.
Cuando nos vemos afectados por un software de estas características, lo primero que debemos hacer para subsanar el problema es saber con la mayor exactitud posible qué es exactamente lo que nos está atacando y posteriormente buscar las pertinentes soluciones. Para empezar diremos que, aunque generalmente utilizamos la palabra virus para todo estos ataques, el término no es del todo correcto, tendríamos más posibilidades de acertar si lo llamamos malware. Este código malicioso pretende introducirse en nuestro sistema «a la fuerza» para realizar diversas tareas, que dependiendo de la naturaleza de estas, podremos seguir catalogando los diferentes tipos de malware.
En primer lugar nos encontramos con los gusanos, que se caracterizan por la propagación a otros ordenadores de manera masiva sin que el usuario tenga que hacer nada. Suele ubicarse en la memoria del sistema y ralentizar el funcionamiento del mismo. Por el contrario, los denominados virus informáticos, atacan directamente a los programas que tengamos instalados, aunque en este caso para replicarse sí que necesitan de la interacción del usuario. Su objetivo es el de ir dañando a todo el sistema hasta, en ocasiones, llegar a inutilizarlo.
Por otro lado nos encontramos con el adware, que es un tipo de código malicioso que en realidad se encarga de bombardearnos a base de publicidad pero sin querer hacer daño alguno a nuestro equipo.
Algo similar sucede con el software malicioso conocido como troyano, que sin el objetivo de hacer daño a nuestros datos, lo que hace es abrir una «puerta trasera» en el sistema para que otros tipos de malware puedan entrar en nuestro equipo más fácilmente.
Cuando hacemos referencia al spyware, es uno de los códigos maliciosos más peligrosos, ya que su cometido es el de recopilar toda la información posible del usuario sin que este sea consciente de ello y transmitirla a terceros. Y para nos referiremos al ransomware, que en realidad se trata de un código que intenta secuestrar los datos almacenados en nuestro PC para someternos a un chantaje económico que nos pide pagar para devolvernos el control del ordenador.