La Ley Sinde-Wert y más concretamente su Comisión de Propiedad Intelectual ha vuelto a mostrar su cara más chapucera. El abogado David Bravo explica la retahíla de despropósitos que provoca el actual sistema cuando una web acusada por esta Comisión intenta defenderse.
La ley antidescargas aprobada gracias a los votos en su momento de PSOE, PP y CiU sigue generando polémica. Creada con el objetivo de acabar con las páginas de enlaces que paradójicamente habían sido declaradas legales por los tribunales en nuestro país, tanto su gestación como su puesta en marcha están demostrando hasta qué punto ha resultado ser una chapuza sin parangón en todos sus aspectos.
El último artículo de David Bravo confirma que a la hora de recurrir una denuncia de la Comisión hacia una página web hay que hacer auténticas virguerías para defenderse. Incluso el denunciado tiene que demostrar su inocencia, algo que a todas luces no tiene cabida en un estado de derecho que se precie. En el caso narrado se confirma tanto la ineptitud de una Comisión cuya identidad permanece en secreto a pesar de que por ley los ciudadanos tenemos derecho a conocer la identidad de sus integrantes. Aunque el letrado insiste en ello, desde el órgano administrativo se ignoran sus peticiones, lo que levanta grandes sospechas de que los integrantes de esta Comisión podrían estar relacionados de un modo u otro con intereses económicos para cerrar las webs denunciadas.
Los fallos informáticos a la hora de recibir las notificaciones de denuncia así como para enviar los argumentos de la defensa están a la orden del día. Esto provoca situaciones de verdadera indefensión para los acusados, lo que supone una vulneración de sus derechos fundamentales. Bravo asegura que con la implantación de la norma y la creación de la Comisión, «se han canjeado derechos constitucionales a cambio de regalar a la industria un juguete que les arregle su problema». «Y no, definitivamente el juguete no funciona», sentencia.
Inútil para frenar la piratería, peligrosa para los derechos fundamentales
Su escrito no puede sino levantar indignación por una forma de proceder que resulta increíble a estas alturas del siglo XXI. El sistema ha demostrado su inutilidad no solo a la hora de tratar procesos, sino que ha sido incapaz de resolverlos con la celeridad de la que presumían sus defensores en el momento de su aprobación. La gran mayoría de páginas de enlaces continúan operativas y no parece que vayan a sufrir un duro revés por culpa de esta norma. Sin embargo, el precedente abierto con esta chapucera ley es muy peligroso puesto que la presunción de inocencia pasa a ser un privilegio en la Red.