Las claves sobre las que debería girar la política de la industria para ser alternativa a la piratería

Las claves sobre las que debería girar la política de la industria para ser alternativa a la piratería

Redacción

Mucha queja y poco hacer. Esta es la realidad de la actuación de la industria cultural y del entretenimiento en torno a la llamada «piratería» en Internet. A pesar de que parte de la solución está al alcance de su mano, las compañías ignoran medidas básicas para adaptar su modelo de negocio a la Red.

Un interesante artículo de Miguel Angel Uriondo en su blog nos acerca a la problemática que vive la industria cultural a la hora de llevar sus contenidos a Internet ante la «piratería» en la Red y la vulneración de su propiedad intelectual. Recientemente nos hacíamos eco de un importante hito en este sentido en este país como ha sido el estreno simultáneo de la película «Carmina o revienta» tanto en salas de cine, DVD y plataformas online como Canal+ Yomvi, Google Play o iTunes. Se trata de una alternativa muy interesante, un ejemplo del camino a seguir a pesar de las piedras que ha puesto en el camino parte de la propia industria.

Como señalábamos en el citado artículo, el precio asequible se convierte en un aspecto fundamental y que el sector se empeña en ignorar. El caso de la película de Paco León, que no tardó en ser una de las más visionadas en Google Play en su primer día, se demostró que los usuarios sí están dispuestos a pagar por estos contenidos. Pero el ejemplo más evidente de esto lo tenemos en Megaupload, que logró beneficios millonarios en la Red con su servicio. En este espejo debería mirarse la propia industria y convertir lo que ahora se considera ilegal en una actividad legal. Medios no le faltan para ellos, tan solo transformar sus esquemas.

Por otro lado, el sector podría fijarse en lo que los propios usuarios han conseguido. Como defendía recientemente Víctor Domingo, los usuarios han sido capaces de subir a Internet hasta cuatro veces más contenidos sin ánimo de lucro que la propia industria, por no hablar de otros aportes gratuitos como la traducción y sincronización de subtítulos en un trabajo colectivo que no tiene en muchos casos una recompensa económica. ¿Por qué la industria no es capaz de hacer este trabajo cuando los internautas sí pueden?

Asimismo, el autor del texto recuerda a la industria del entretenimiento en España que está ante una ocasión perfecta para hacer experimentos que hagan despegar en el plano económico al sector. El ejemplo es el de Spotify en Suecia, un modelo que ha sido un completo éxito en todo el mundo y que ha vuelto a demostrar que un buen número de usuarios están dispuestos a pagar su modelo de tarifa plana por acceder a música haciendo sostenible el sector. ¿Por qué no hacer lo propio en España con otros contenidos? Para ello es imprescindible quitar del camino los elevados costes de derechos de autor en nuestro país como en su momento argumentó Netflix.

Por último, es el momento de que la industria reconozca que ante el avance tecnológico no van a poder acabar de forma absoluta con la piratería. El propio ministro de Cultura, José Ignacio Wert, admitió hace poco que su Ley Sinde no servirá para minimizar las descargas. Ante esta situación el papel del sector debe ser el de facilitar el acceso a sus contenidos para poder beneficiarse económicamente de ellos. Asumir que es posible que no obtengan los multimillonarios beneficios que antaño les servirá para hacer más llevadero este tránsito.

Así pues, las condiciones se dan para intentarlo. ¿Aprovechará el momento la industria audiovisual española o se quedará anclada en el inmovilismo y la queja constante durante un tiempo indeterminado?

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